sábado, 16 de noviembre de 2013

La Noche en que Probó el Lsd



Salimos de mi casa el sábado, por ahí a las seis de la tarde, dijo el muchacho de diecisiete años de apariencia normal ante mi grabadora mientras hacíamos esta entrevista terapéutica y pedagógica, en la que, como es comprensible, me comprometí a no divulgar su identidad. Yo iba con dos compañeros, uno de ellos también había comprado trip, que es LSD, y nos lo metimos al mismo tiempo, en el ascensor de mi edificio, saliendo a la calle. Entonces cogimos el bus, para ir a la fiesta, y antes de subirnos, ya se me dormía la lengua y comencé a sentirme raro, pero nada extraordinario. Como a la mitad del camino empecé a ver las cosas raras, pero me sentía bien, me daba mucha risa por todo. Cuando nos bajamos, caminamos para la casa de la niña de la fiesta, y ahí ya me sentí raro. Le dije a mis amigos: "parce, me siento mal, llévenme para la casa". Me contestaron: "no, fresco, vamos es de farra". "Ah, bueno, tranquilos", respondí. Cambiaba muy rápido de estado de ánimo, y veía las cosas distorsionadas, como en ondas, algunas salían y otras se metían, todo se movía. Me acuerdo que les decía: "¿¡parce, nos perdimos!? Hasta que por fin nos acordamos a dónde era la fiesta, y ya de ahí en adelante no me acuerdo de más. Me desperté al día siguiente, el domingo, en el hospital, estaba con mi papá y mi mamá, entonces les pregunté, "¿por qué estoy aquí?", y me dijeron que unos amigos míos los habían llamado porque yo estaba actuando muy raro. En realidad estuvimos en la clínica desde sábado a las ocho de la noche hasta el domingo a la una de la tarde, y después me fui para la casa. Me sentía cansado, sin ánimo, mareado, pero ya no tenía los efectos del principio, y me ardía orinar porque me pusieron una sonda y un suero.
Mi papá y mi mamá llamaron a mis amigos, querían que les contaran qué había pasado. Y después, cuando yo hablé con mis amigos, se reían, y me decían: "pero cómo no se va a acordar si usted estaba reloco, cuando llegamos a la fiesta, la niña nos abrió, y cuando entramos usted empezó a gritar, entonces ella se dio cuenta que usted no estaba bien, y nos tocó decirle que se había drogado". También me dijeron que me puse mal: les pegaba, les pedía ayuda, me cogían, pero me movía mucho, y me empujaban. Hasta que nos vio un vecino, y dijo: "voy a llamar a la policía, no le peguen más a ese muchacho". Cuando llegaron, yo estaba botado en el piso, me había quitado la ropa, seguía gritando cosas sin sentido, decía que me llevaran a la casa, que no me sentía bien, y mis amigos me calmaban. Entonces la policía me dijo que me vistiera. Yo les contesté que no, que era libre de estar sin ropa, que era mi vida, mi cuerpo, que solo me mandaban mis papás. Me dijeron que no podían hacerme nada porque era menor de edad, pero que tenía que llamar a mis papás. Así fue que supieron. Después mi mamá me llamó por el celular y yo le dije: "ayúdame, ayúdame, vamos para una fiesta y no sé a dónde estoy, tengo miedo". Pero después se me perdió el teléfono. Y ella me llamaba, y me llamaba. Hasta que llegó mi papá y mi hermano, venían en el carro, y mis amigos me ayudaron a subir, después se fueron para otra fiesta que tenían. Mi papá dice que yo estaba agresivo, le hice un rasguño en la cara y lo insultaba, a él y a mi hermano. Pero yo no me acuerdo de nada eso. Mi papá, llamó a mi mamá a decirle que íbamos para el hospital. Cuando llegamos, como estaba agresivo, tuvieron que amarrarme a la camilla, seguía gritando cosas sin sentido, hasta que me pusieron el suero y me quedé dormido. Cuando me desperté, el domingo por la mañana, hablé con mis papás, me preguntaron qué había pasado. Y llegó la policía. Me hicieron una entrevista, ahí. Me preguntaron qué había consumido, a dónde lo había comprado, qué cantidad. Les dije que un cartoncito de LSD, que me lo había dado un amigo, y listo. Entonces el policía habló con mi mamá, le preguntó por mi colegio, si tenía problemas de droga y de trago. Mi mamá le dijo, "no, es la primera vez que ha pasado algo así". Y sí, era la primera vez que yo consumía.
Cuando llegué a mi casa, mis papás y mis hermanos me hablaron. Me preguntaron por qué había hecho eso; que eso no estaba bien. Estaban muy tristes. Ellos me habían hablado siempre, y me preguntaron que cómo se me ocurría hacer una cosa de esas. ¿A dónde había quedado todo lo que me habían enseñado? Estaban decepcionados.
Más tarde salí con mi novia. Me sentía mal todavía. Fuimos a cine, y me quedé dormido. Después volví a la casa, tenía mareo, estaba muy cansado y me acosté a dormir. El lunes llegué al colegio, todavía me sentía mal, estaba hiperactivo, no me podía estar quieto. Comía una cucharada y me paraba, caminaba por toda la cocina, y me comía otra. Cuando me encontré con mis amigos, en el descanso, empezamos a hablar sobre lo que había pasado. Nos reíamos porque me había dado garra. Decían que los cogía, y ellos me gritaban: "¡ya, ya, aquí estamos!". Entonces caminábamos cuatro pasos y yo empezaba a buscarlos otra vez.  Ese fue el tema del descanso, nosotros siempre nos sentamos a hablar, y ese fue el de ese día. Y ya el martes me sentí normal. Pero ahora estoy castigado, no puedo salir de la casa; solo puedo venir aquí, a su consultorio.
Cuéntame que sucedió desde el principio, quise saber, ¿cómo se fueron dando las cosas, cómo compraste el Lsd?
El año pasado perdí el año y llegué a este colegio. Entonces, pues, bueno, llegué, y empecé a hacerme amigo de un grupo, y pues, normal, bien, siempre la pasamos bien, y todo. Y, pues, uno de esos amigos vende drogas, más que todo trip. Mis amigos lo compraban, y decían que uno pasa muy bien con eso, que es chévere. De todo el colegio le compraban, más o menos de octavo para arriba. Y como íbamos a ir a una fiesta ese sábado. Pues me dio como por probarlo. Entonces le dije: "bueno, listo". Y le compré uno.
¿Y has usado otras drogas, incluyendo el cigarrillo y el trago?
Sí, cigarrillo y trago, no lo hago constantemente, pero sí lo he hecho. A veces tomo poco, a veces, mucho, pero no soy de tomar demasiado. Creo que los probé como a los catorce años.
De tu curso, ¿cuánta gente toma, fuma y usa trip?
De los hombres, casi todos han usado trip, trago y cigarrillo, digamos siete de diez. Pero nunca he visto a una niña que use trip, solo fuman y toman, por ahí seis de diez.
¿Y qué otras drogas se pueden conseguir en tu colegio?
Écstasis y marihuana, que toca encargarlas; en cambio él siempre tiene trip entre la maleta.
¿Y cuánto te costó?
Veinte mil pesos.
¿Y cómo es, hay varias tarifas, cómo es eso?
Hay unos más baratos que otros, depende del efecto. Es un cartoncito que trae como unas gotas y depende de la cantidad que tenga. Digamos unos tienen en un lado del cartoncito, otros por los dos, esos ya son más fuertes. El mío solo traía por un lado, pero era muy fuerte. Hay de diez mil, de quince mil, y hay unos mucho más caros. Yo compré el mío el miércoles, y la fiesta era el sábado, entonces lo tuve en mi maleta durante toda la semana, para no dejarlo en la casa, por si algo.
Y cuéntame de tu familia.
Somos: mi papá, mi mamá y dos hermanos mayores. Hablo poco con el mayor, pero ese día fue él el que más me habló. Somos unidos, vivimos bien. Mi papá tomó y fumó, pero ya los dejó, es muy raro verlo en esas. El mayor también es juicioso. Pero el mediano tomó mucho hasta que cumplió los veinte, ahí se calmó. Mi mamá no toma ni fuma. Y yo, soy el menor.
A juzgar por tus amigos, por lo que ves, ¿dirías que hay factores de riesgo? Digamos que los hijos usan trip si los padres se han separado, o si los padres dan mal ejemplo. ¿Se da más en hogares anormales que en los normales? O piensas que es algo personal, y que cada muchacho escoge. ¿Qué dirías?
Desde mi punto de vista, no tiene que ver con lo familiar. Yo creo que sí hay gente a la que no le ponen atención, y la dejan sola. Yo, la verdad, vivo bien, vivo feliz, y, pues, hice eso. Creo que tiene más que ver con el ambiente en que uno vive. En mi colegio es muy normal ver eso. Hay gente que la consume allá. Usan un trip no tan fuerte, y entran a clase de matemáticas, y a otras clases. Uno los mira, y se ríe, miran al techo, están como dormidos, pero con los ojos abiertos. Claro que también se salen del colegio, por atrás, pasan todo el día por allá, y después regresan al salón a recoger la maleta por la tarde para la casa. La mayoría de mis amigos no son de padres separados, solo uno, y es el que menos lo hace. En cambio otro, que su familia tiene mucha plata, tiene sus papás bien, uno nunca lo ve triste, y es el que más ha comprado. Uno o dos semanales, así sin pensarlo, y se los mete allá en el colegio. Uno se deja llevar, dicen que es chévere, entonces uno termina en eso.
¿Y volviste a usarlo?
No. Pero mis amigos sí. El domingo pasado hubo partido de fútbol, y habíamos quedado de reunirnos para verlo. Yo no podía ir porque estaba castigado, pero ellos sí iban a verlo, a tomarse unas cervezas y a meterse un trip. El que vende también iba a ver el partido, él siempre anda con nosotros, entonces varios le compran. Ahí es donde más vende, cuando nos reunimos. Digamos que vamos al cumpleaños de alguien, él va, vende, y algunos se meten un trip. Es de nuestro grupo, andamos juntos. Digamos un viernes, uno pregunta: "¿bueno, y qué vamos a hacer hoy?". Pues camine y vemos el partido, le contestan, si hay un partido de un equipo importante, y seguro van a eso. Entonces llaman: "¿vemos el partido?", nos tomamos unas cervezas y por la noche nos metemos un trip. O van a una fiesta y allá se lo meten. Ya es muy común eso.
Bueno, y de aquí para adelante, qué, ¿si eso es tan común, cómo vas a manejar la situación, que vas a hacer?
Pues yo seguí normal con ellos. De todas formas yo no lo hago, y ellos no dicen nada. Nosotros nos la pasamos juntos, y hay más gente en mi curso, entonces nos metemos todos con todos, y no todo el mundo lo hace. Digamos, el otro amigo que fue a la fiesta de ese sábado, no lo hace, y él me dice: "uy parce, eso sería bacano, a mi me dan ganas", pero es que no. Mucha gente no lo hace, y normal, ellos no me dicen nada.
¿Y tú por qué lo hiciste?
Yo pienso que por probar. Decían que era muy chévere: "hágale parce, fresco, eso es áspero". Y, yo: "pues listo". Pero yo no lo hice en el colegio, me dio miedo que me pillaran, entonces lo hice afuera. Pero fue más fuerte, y de todas maneras me pillaron. Era uno más caro, como era afuera para ir a una fiesta, me imaginé que la pasaría mejor. De todas maneras, el trip no vuelve adicta a la gente.
Claro que sí, fíjate que conoces gente que lo usa dos y tres veces semanales, y si a ti te duró el efecto más de dos días, uno puede pensar que ellos pasan trabados toda la semana.
Sí, pero es porque ellos quieren. Y si no quieren, no lo hacen. Digamos hay una semana en que no lo hacen, obviamente es rara esa semana, digamos es en la semana de evaluaciones, entonces ellos dicen: "no, yo no me puedo concentrar cuando lo hago". Los días de las evaluaciones no lo hacen, y así pasan la semana, se esperan hasta el viernes. Lo guardan para el fin de semana. Pueden aguantar.
¿Y qué es ser adicto?
No poder controlarlo, tener ganas y necesidad de hacerlo, pero si no lo hace, se desespera, o algo.
Lo que pasa es que eso es parte de las ilusiones que producen las drogas, incluyendo el trago y el cigarrillo: las personas siempre creen que las controlan, pero en realidad, son ellas las que controlan a la gente.
Pues, sí. Allá, entre nosotros, decimos, cuando tocamos el tema, que el trip no es adictivo, que uno lo hace cuando le dan ganas.
Pero esa es la contradicción, le dan ganas precisamente porque se vuelve adicto.
Pues, sí, tal vez.
Entonces, docente y preocupado, le dije: uno está acostumbrado a pensar que la adicción es como la de la gente perdida y abandonada en el Bronx, en Bogotá, pero hay formas mucho más sutiles que no llegan hasta ese extremo, y, en todo caso, también son adicciones. Tener entre la cabeza asociado el viernes con hacer programa y con trip, es adicción.
Pues, sí, tal vez. Como uno está acostumbrado a eso, a que los viernes y los sábados se sale. Ya en nuestro grupo siempre es normal que haya eso, trago, cigarrillo y trip, aun cuando no siempre, a veces vemos un partido, pedimos una pizza, y ya. Pero de todas formas lo normal es trago y cigarrillo y trip. Uno va a una fiesta, a donde sea, entra a la casa y allá hay de todo, sobre todo trip. Es que es tan fácil. Es un cartoncito. No se dan cuenta: no huele, no tiene el problema de la marihuana que echa humo. Es más barato que el trago, y la sensación es mucho más fuerte y más rápida. Cuando yo me metí el trip me puse el cartón sobre la lengua. Cuando lo compré, lo había guardado en una bolsita para que no se secara el juguito, entonces saliendo de la casa, lo saqué, y mientras que bajaba en el ascensor empecé a chuparlo. De mi edificio al centro comercial hay cuatro minutos caminando, iba a coger el bus con mis amigos, y cuando llegué ya tenía la lengua dormida. Y apenas me subí al bus, vi que tenía triangulitos en el suelo, y de una empezaron a moverse y me daba risa, y miraba, y me sentía raro. La sensación era rara, dentro de mí, pero rara. Me toteó como a los veinte minutos. Y nadie se da cuenta de eso. A uno solo se le dilatan las pupilas, y nadie se va a poner a mirar eso, a menos de que ya uno se ponga muy mal, así como en el estado en que estaba yo.
Cuéntame una cosa, ¿por qué de ti habían sospechado que usabas drogas antes, si no lo hacías, qué crees, qué sembraba la duda?
Lo que pasa es que una vez tuve una conversación con mi novia sobre la marihuana en la casa de ella, y la mamá nos oyó, entonces habló con mis papás. Yo le dije: "¡cómo así, ahora mis papás se van a meter ese cuento en la mente y me van a meter quién sabe en qué lío!". De todas formas yo no lo había hecho nunca. Pero ese día yo salí con ella, fuimos al centro comercial, estuvimos en cine, y la mamá se fue a hablar con mis papás. Ellos le dijeron que confiaban en mí, pero que iban a hablar conmigo. Cuando llegué, me dijeron, entonces yo le contesté: "no, papá"; y él me respodió, "bueno, listo, pero entonces yo le quiero hacer unos exámenes". Me llevaron al hospital, pero ahí les dijeron que no valía la pena porque eso solo funcionaba si se había consumido en las últimas horas. Como esos días había estado con ellos, pues no tenía sentido hacerme esas pruebas. Pero yo nunca lo había hecho, entonces, relajado.
¿Y cuál es tu idea sobre la marihuana?
Pues tengo amigos que la consumen. Pero yo no soy de esas drogas, de pronto trago, el cigarrillo, una cerveza de vez en cuando, pero ya drogas, no. Ellos dicen que se sienten bien, que es chévere, que la pasan muy bien. Yo digo que bueno. Me la han ofrecido en el colegio, me dicen: "bueno, y qué, usted me va a comprar, o algo". Y yo les digo: "no, todo bien". Y ya.
¿Quedaste con ganas de más?
Tuve una mala experiencia y no vale la pena volver a hacerlo. ¡No, nunca!
¿Recomiendas las drogas?
La verdad, no. De todas maneras, uno decepciona con esas cosas a la gente que quiere. A mí me habían dicho: "eso es chévere, usted la va a pasar muy bien". Y al principio sí me sentí bien, pero después de lo que me pasó pues ya me di cuenta de que eso no vale la pena. Pude haber ido a la fiesta y pasarla bien, pero por ponerme a hacer eso, me la tiré toda, además tuve problema con mi familia.

Entonces, a manera de despedida le dije, bueno, dejemos acá por hoy, y continuaremos en la próxima sesión.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Psicoanálisis, Sociedad y el Proceso de Paz en Colombia


Ponencia para la Tercera Sesión del VIII Seminario Internacional Gramsci



Subalternos: Paz, Democracia y Constituyente Social

El lunes 18 de noviembre de 2013, a las 3:00 de la tarde, se realizará un conversatorio a propórito de mi texto titulado, Psicoanálisis, Sociedad y el Proceso de Paz en Colombia, en el edificio de Psicología en Ciencias humana de la Universidad Nacional de Colombia. en el marco del VII Seminario Internacional Antonio Gramsci.

Blog http://seminariointernacionalgramsci.blogspot.com/2013/11/ponencia-para-la-tercera-sesion-del.html

Videoblog https://www.youtube.com/watch?v=kG0vM49uUPY



Resumen:
Esta ponencia sopesa las posibilidades de alcanzar la paz. Un trabajo de psicoanálisis aplicado que comenta la dinámica social y el proceso de paz colombiano. Empieza con anotaciones sobre el caso de Juan: un modelo para pensar la psicodinamia de la violencia, el trastorno de personalidad antisocial y la neurociencia de la delincuencia. Luego el psicoanálisis de grupo, el tratamiento simultáneo de varias personas explorando las fuerzas inconscientes que rigen la colectividad. Como en el psicoanálisis individual, los pensamientos requieren una mente para pensarlos, la meta es descubrirlos y seguir sus transformaciones para vivir con satisfacción.
El hombre es gregario. La colectividad gratifica, complementa, define, da punto de punto de referencia por lo que se es, y lo que no se es. No avasalla, por el contrario, da objetos de identificación, sentido de identidad, arraigo y continuidad existencial, incluso para la agresión. El mínimo grupo es 3, entonces aparecen dinámicas inconscientes que cambian cualitativamente las relaciones. Nacer es la primera experiencia colectiva. En familia empieza la dialéctica entre lo individual y lo social, experiencias que conforman el carácter.
Finalmente, figuran exploraciones sobre la actualidad del proceso de paz a octubre de 2013 desde los ángulos urbano y político, con un homenaje modesto a las víctimas de la primera quincena del mes, una proporción bajísima de los afectados por más de 50 años de combates con las Farc, que tiene la dudosa distinción de ser la guerrilla más vieja del mundo. En conclusión, este es un enfoque optimista moderado sobre el proceso de paz.



Abstract:
This essay reflects on the human possibilities of achieving peace. A work of applied psychoanalysis about social dynamics and the Colombian peace process. It begins with some notes on John: a case, a useful model to think about the psychodynamics of violence, antisocial personality disorder and the neuroscience of crime.
Group psychoanalysis, the simultaneous treatment of several individuals, explores the unconscious forces that guide the community. It works as individual psychoanalysis: thoughts require a mind to think them, and the goal is to discover them, and follow their transformations to build a more satisfying way of being.
Man is gregarious. Community rewards, complements, defines, it gives a reference of what is, and what is not. It does not enslave the individual, it gives him objects of identification, a sense of belonging, an existential continuity, even for violence. The minimal group is 3 people, unconscious dynamics changes qualitatively the relationships with others. Birth is the first collective experience. The dialectic between the individual and the group begins in the family, experiences that make up the character.

Finally, an exploration of the current situation of the peace process as of October 2013 from the urban and political perspectives, as well as a modest tribute to the victims of the first two weeks of the month, very few of those affected by more than 50 years of conflict with Farc, a terrorist group with the dubious distinction of being the oldest guerrilla in the world. In summary, this is a moderately optimistic approach on the peace process.