domingo, 4 de septiembre de 2016

A manera de introducción a la "Trilogía sobre la intersubjetividad según Thomas H Ogden"


Thomas H. Ogden es un psicoanalista norteamericano que ejerce en San Francisco, California, y desarrolla sus actividades docente y gremial, fundamentalmente, en el Psychoanalitic Institute of Northern California. Se entrenó como médico en Yale y como analista en el San Francisco Psychoanalitic Institute. Entre sus docentes más recordados está L Bryce Boyer, mientras que entre sus supervisores figura Harold Searles. Además, es un hombre de aspiraciones literarias, lo cual es importante porque existen muchos autores estirpe intersubjetiva, pero Ogden es tal vez el más elocuente todos de ellos. Entre los escritores psicoanalíticos que admira por su prosa están Winnicott y Bion, mientras que entre los extranalíticos menciona en especial a Sheakespeare, Borges y Kundera. Me detengo en estos aspectos privados de la vida del autor, porque para él la subjetividad hace parte de la mente del analista, es su aporte a la construcción simbólica, virtual, que se da en el proceso a través de la dialéctica la relación consciente e inconsciente del dúo psioanalítico. Todo analista, como todo paciente, es diferente.
 Sus textos entusiastas, cuidados y apasionados me hicieron pensar en cuánto he disfrutado del ejercicio de la profesión. Es un placer leerlo. La escritura psicoanalítica para él es un tipo particular de literatura, y como tal, la forma y el contenido se complementan a la hora de trasmitir el mensaje con eficacia. A la vez que el psicoanálisis es un cuerpo teórico maduro, riguroso, la situación analítica es una experiencia, entonces narrarla es imposible, por eso el nuestro es un género literario particular que implica reflexión metódica y creatividad y buenas intenciones.
La relación analítica es terapéutica porque busca que el paciente logre una vida más humana. Así que investigar sobre el tratamiento psicoanalítico hace parte de nuestro oficio, que siempre está en construcción. Entonces parte esencial es leer y escribir, un trabajo que supone simbolizar, y que según la Tabla de Bion, es el apogeo del pensamiento. Las teorías psicoanalíticas surgen de la clínica, un campo legítimo de investigación con las tradicionales técnicas cualitativas de reporte de casos, pero también con métodos cuantitativos, estadísticos, así como con la neurobiología. Estas herramientas son bienvenidas, todo depende de la pregunta de la investigación.
Pero también, desde el punto de vista de sus contenidos puedo informar que Ogden me llevó a reflexionar acerca de mi propia concepción analítica, y a hacer síntesis de maneras novedosas, al menos para mí. Sus escritos me produjeron alivio, después de todo, concibe el psicoanálisis como un discurso de libertad para el analista y el analizando.
La intersubjetividad emana del cuerpo como punto de partida, y desde allí se desarrolla hasta la subjetividad, y luego la mente. Alude al espacio virtual que se crea en la relación trasferencia contratrasferencia de cualquier análisis, al que solo puede accederse a través del reverie, en el sentido bioniano de la expresión. Pensamientos que están en contraposición a los de otros teóricos que proponen que la intersubjetividad se desarrolla secundariamente a partir de la mente, un logro que viene después de alcanzar la subjetividad y la consciencia de sí mismo.
La metáfora del tercero analítico intersubjetivo de Ogden está enraizada en las obras de Freud, Fairbairn y Klein, junto con la idea de que la relación analítica tiene una geometría tridimensional, siguiendo a Winnicott, Green, los Baranger y Bion, por ser un creación conjunta, simbólica, que emerge de las subjetividades del analista y el analizando, en virtud de su interacción consciente e inconsciente exacerbada por la asimetría que genera la técnica psicoanalítica. Y la dinámica del analista, el analizando y el tercero analítico trasforma esas mentes con la finalidad terapéutica de que el paciente viva con satisfacción.
El proceso analítico tiende a la síntesis construyendo convergencias entre significados disímiles, pero también evoluciona en una expansión continua de significados. Entonces el tercero analítico intersubjetivo empieza en la percepciones corporales crudas que se relacionan con el reverie a través de la identificación proyectiva y los avatares de las relaciones objetales, de modo que estas sensaciones se trasforman en pensamientos y sueños que luego dan lugar a la mente. El tercero analítico está en continuo desarrollo. Y cuando hay interrupciones en el reverie, estas mismas percepciones dan lugar a identificación proyectiva masiva, concreta, y a síntomas psicosomáticos.
El psicoanálisis busca verdades. Va en pos de algo que se sienta real durante la sesión y pueda utilizarse para pensar a medida que se va construyendo el tercero analítico intersubjetivo, lo cual incluye el espacio onírico intersubjetivo. Los sueños al dormir y en vigilia, del analista y del analizando, forman parte de este espacio virtual, dejando de ser del uno o del otro, para ser de ambos. Así, los estímulos corporales y las percepciones que solo podían expulsarse, se elaboran, volviéndolas pensamiento. Así se aprende a partir de la experiencia. De modo que el arte del psicoanálisis está en que el analista conozca la técnica a la vez que es libre para pensar y ser real para el analizando, entonces la responsabilidad del analista es inventarse un nuevo psicoanálisis con cada paciente.
En suma, se considera a Ogden militante del intersubjetivismo, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/08/revision-de-la-literatura-acerca-de-la.html, porque parte de la idea de que la relación analista analizando, el tercero analítico intersubjetivo, es una creación simbólica conjunta por ser un vínculo entre sujetos, no solo entre objetos, pues la trasferencia y la contratransferencia son causa y efecto la una de la otra. La neutralidad y la abstinencia son ideales inalcanzables, aun cuando imprescindibles. Y todo esto se desenvuelve en el contexto de la unidad mente cuerpo, lo cual toca, por supuesto, al desarrollo psicológico y el proceso analítico, junto con el trauma y la identidad de género, al igual que todos los demás aspectos de la mente.
Leer a Ogden me dejó la impresión de que en su obra pueden diferenciarse tres periodos. Una etapa temprana, que duró hasta principios de la década de los 90, en que publicó sobre su comprensión de los conceptos psicoanalíticos, en especial, del modelo objetal de la mente, y por supuesto, sobre la relación trasferencia contratrasferencia. Construía su identidad analítica, y sus artículos giraban, fundamentalmente, alrededor de otros autores y escuelas.
Luego vino un segundo momento en su obra, llamémoslo, el “periodo dorado del tercero analítico intersubjetivo”, concepto que lo consagró como estrella en el firmamento psicoanalítico. Digamos que por esta época encontró la síntesis, y empezó a publicar textos muy bien recibidos y comentados, hasta el punto que hoy se le considera una autoridad en los asuntos de la intersubjetividad.
Según la página web del International Journal of Psychoanalysis, “The analytic third: working with intersubjective clinical facts” de 1994, es el sexto artículo más citado en esa prestigiosa revista, solo lo preceden escritos de Winnicott, Benjamin, Stern, Bion y Klein. Esta estadística me parece admirable porque el asunto no es solo publicar en el Journal, también hay que tener en cuenta con qué frecuencia se cita el artículo. Claro que, por otra parte, me llama la atención que Freud no figura en el top ten de los más citados. En todo caso se trata de datos que hablan de la tendencia actual del pensamiento psicoanalítico mundial, que ha entrado en una etapa postescuelas, intersubjetiva y multidisciplinaria (Villarreal, 2015, p. 28).
Hasta que por último, en el siglo XXI, Ogden llegó al tercer periodo de su producción escrita. Entró en una fase tardía, de reflexión sobre su propia trayectoria. Sus textos se volvieron meditabundos, con cierta actitud, me parece, de sabio experimentado que aporta generoso sus consejos para jóvenes sobre la vida cotidiana del psicoanalista comprometido. Explora las consecuencias del tercero analítico intersubjetivo en la técnica, la formación del analista, la construcción de la identidad analítica y las publicaciones psicoanalíticas. Aspectos que hacen parte de la búsqueda del analista de su propio self, de su libertad de pensamiento y de ser lo mejor que pueda llegar a ser con lo que dispone.
Pero también, curiosamente, durante esta época redobló sus esfuerzos como exégeta de Bion. A mi manera de ver las cosas, en el ámbito psicoanalítico de los últimos años también ha habido entusiasmo renovado por las nuevas interpretaciones de la obra de este inglés, como en el caso de los escritos de Ferro, Pistner Cortiñas, Levine, Mawson, autores que también se citan en estas páginas. Y Ogden no ha sido ajeno a esta iniciativa, se ha dedicado a explicar y a construir alrededor de la obra bioniana, considerado pionero de la intersubjetividad, cuando no, un autor plenamente intersubjetivo.
Y esta trilogía está organizada de esa misma manera. En el primer artículo, titulado “Nota sobre Ogden: el tercero analítico intersubjetivo y sus raíces conceptuales”, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/09/blog-sobre-ogden-el-tercero-analitico.html, se revisa de qué trata su pensamiento, de qué está hecho, y se ilustra con una viñeta del caso del señor B, un adulto joven que construye su identidad sexual. En el segundo, “Otra nota sobre Ogden: una ocasión para reflexionar sobre el caso de la señorita C, quien soñó en la trasferencia”, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/09/otro-blog-sobre-ogden-una-ocasion-para.html, es un trabajo clínico que se desenvuelve a la luz del modelo de Ogden acerca del espacio onírico intersubjetivo, así como de la búsqueda de las verdades psicoanalíticas y de su efecto terapéutico. Un artículo con hondas raices bionianas. Y, para terminar esta trilogía, viene al final un ensayo titulado, “Última nota sobre Ogden: de la técnica psicoanalítica indispensable para que haya proceso; reflexiones sobre la docencia y la supervisión, así como acerca de la adquisición de la identidad analítica y de la prosa psicoanalítica, la manera de construir conocimiento”, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/09/ultimo-blog-sobre-ogden-de-la-tecnica.html. Este texto alude a las implicaciones del tercero analítico intersubjetivo en la vida privada del analista.
Estos tres artículos son una suerte de rayuela, pueden leerse en cualquier orden, son independientes. Además de la maravilla de aprender escribiendo, esta investigación tiene varios objetivos: pueden utilizarse en tres reuniones académicas separadas, y eventualmente se publicarán como artículos individuales, pero también funcionan como una unidad que se emplea como material didáctico para el curso de tres días, titulado, “Trilogía sobre la intersubjetividad según Thomas H. Ogden”, en el Congreso de Fepal de 2016 en Cartagena; y, por último, estas páginas también sirven de base para una sección del libro sobre intersubjetividad que estamos confeccionando en nuestro grupo de estudio.
Claro que, por el otro lado, publicar y presentar trabajos también son eventos intersubjetivos: los lectores y los asistentes a las presentaciones construyen relaciones subjetivas con los contenidos, de modo que el destino de los escritos siempre está por afuera de las manos del autor una vez se han publicado, entonces todo depende del consumidor de la obra. Creo que quien lea estas páginas se llevará una buena idea de la intersubjetividad desde la perspectiva de Ogden. Pero, sobre todo, mi objetivo con estas palabras es que el lector encuentre nuevas convergencias entre ideas y asociaciones.

SBV
Bogotá, 24/11/2015

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