Salimos de mi casa el sábado, por ahí a las
seis de la tarde, dijo el muchacho de diecisiete años de apariencia normal ante mi grabadora mientras hacíamos esta entrevista terapéutica y pedagógica, en la
que, como es comprensible, me comprometí a no divulgar su identidad. Yo iba con
dos compañeros, uno de ellos también había comprado trip, que es LSD, y nos lo metimos al
mismo tiempo, en el ascensor de mi edificio, saliendo a la calle. Entonces
cogimos el bus, para ir a la fiesta, y antes de subirnos, ya se me dormía la
lengua y comencé a sentirme raro, pero nada extraordinario. Como a la mitad del
camino empecé a ver las cosas raras, pero me sentía bien, me daba mucha risa
por todo. Cuando nos bajamos, caminamos para la casa de la niña de la fiesta, y
ahí ya me sentí raro. Le dije a mis amigos: "parce,
me siento mal, llévenme para la casa". Me contestaron: "no, fresco, vamos es de
farra". "Ah, bueno, tranquilos", respondí. Cambiaba muy rápido de estado de ánimo, y veía las cosas distorsionadas, como en ondas, algunas salían y otras se metían,
todo se movía. Me acuerdo que les decía: "¿¡parce, nos perdimos!? Hasta que por fin
nos acordamos a dónde era la fiesta, y ya de ahí en adelante no me acuerdo de
más. Me desperté al día siguiente, el domingo, en el hospital, estaba con mi
papá y mi mamá, entonces les pregunté, "¿por qué estoy aquí?", y me dijeron que
unos amigos míos los habían llamado porque yo estaba actuando muy raro. En
realidad estuvimos en la clínica desde sábado a las ocho de la noche hasta el
domingo a la una de la tarde, y después me fui para la casa. Me sentía cansado, sin
ánimo, mareado, pero ya no tenía los efectos del principio, y me ardía orinar
porque me pusieron una sonda y un suero.
Mi papá y mi mamá llamaron a mis amigos,
querían que les contaran qué había pasado. Y después, cuando yo hablé con mis amigos, se reían, y me decían: "pero cómo no se va a acordar si usted estaba reloco, cuando llegamos a la fiesta, la
niña nos abrió, y cuando entramos usted empezó a gritar, entonces ella se dio
cuenta que usted no estaba bien, y nos tocó decirle que se había drogado".
También me dijeron que me puse mal: les pegaba, les pedía ayuda, me cogían,
pero me movía mucho, y me empujaban. Hasta que nos vio un vecino, y dijo: "voy a
llamar a la policía, no le peguen más a ese muchacho". Cuando llegaron, yo
estaba botado en el piso, me había quitado la ropa, seguía gritando cosas sin
sentido, decía que me llevaran a la casa, que no me sentía bien, y mis amigos
me calmaban. Entonces la policía me dijo que me vistiera. Yo les contesté que no,
que era libre de estar sin ropa, que era mi vida, mi cuerpo, que solo me
mandaban mis papás. Me dijeron que no podían hacerme nada porque era menor de
edad, pero que tenía que llamar a mis papás. Así fue que supieron. Después mi mamá me
llamó por el celular y yo le dije: "ayúdame, ayúdame, vamos para una fiesta y no
sé a dónde estoy, tengo miedo". Pero después se me perdió el teléfono. Y ella me
llamaba, y me llamaba. Hasta que llegó mi papá y mi hermano, venían en el
carro, y mis amigos me ayudaron a subir, después se fueron para otra fiesta que
tenían. Mi papá dice que yo estaba agresivo, le hice un rasguño en la cara y lo insultaba, a él y a mi hermano. Pero yo no me acuerdo de nada eso. Mi papá,
llamó a mi mamá a decirle que íbamos para el hospital. Cuando llegamos, como
estaba agresivo, tuvieron que amarrarme a la camilla, seguía gritando cosas sin
sentido, hasta que me pusieron el suero y me quedé dormido. Cuando me desperté,
el domingo por la mañana, hablé con mis papás, me preguntaron qué había pasado.
Y llegó la policía. Me hicieron una entrevista, ahí. Me preguntaron qué había
consumido, a dónde lo había comprado, qué cantidad. Les dije que un cartoncito
de LSD, que me lo había dado un amigo, y listo. Entonces el policía habló con
mi mamá, le preguntó por mi colegio, si tenía problemas de droga y de trago. Mi
mamá le dijo, "no, es la primera vez que ha pasado algo así". Y sí, era la
primera vez que yo consumía.
Cuando llegué a mi casa, mis papás y mis
hermanos me hablaron. Me preguntaron por qué había hecho eso; que eso no estaba
bien. Estaban muy tristes. Ellos me habían hablado siempre, y me preguntaron
que cómo se me ocurría hacer una cosa de esas. ¿A dónde había quedado todo lo
que me habían enseñado? Estaban decepcionados.
Más tarde salí con mi novia. Me sentía mal
todavía. Fuimos a cine, y me quedé dormido. Después volví a la casa, tenía
mareo, estaba muy cansado y me acosté a dormir. El lunes llegué al colegio,
todavía me sentía mal, estaba hiperactivo, no me podía estar quieto. Comía una
cucharada y me paraba, caminaba por toda la cocina, y me comía otra. Cuando me
encontré con mis amigos, en el descanso, empezamos a hablar sobre lo que había
pasado. Nos reíamos porque me había dado garra. Decían que los cogía, y ellos
me gritaban: "¡ya, ya, aquí estamos!". Entonces caminábamos cuatro pasos y yo
empezaba a buscarlos otra vez. Ese fue el tema del descanso, nosotros
siempre nos sentamos a hablar, y ese fue el de ese día. Y ya el martes me sentí
normal. Pero ahora estoy castigado, no puedo salir de la casa; solo puedo venir
aquí, a su consultorio.
Cuéntame que sucedió desde el principio,
quise saber, ¿cómo se fueron dando las cosas, cómo compraste el Lsd?
El año pasado perdí el año y llegué a este
colegio. Entonces, pues, bueno, llegué, y empecé a hacerme amigo de un grupo, y
pues, normal, bien, siempre la pasamos bien, y todo. Y, pues, uno de esos
amigos vende drogas, más que todo trip.
Mis amigos lo compraban, y decían que uno pasa muy bien con eso, que es
chévere. De todo el colegio le compraban, más o menos de octavo para arriba. Y
como íbamos a ir a una fiesta ese sábado. Pues me dio como por probarlo.
Entonces le dije: "bueno, listo". Y le compré uno.
¿Y has usado otras drogas, incluyendo el
cigarrillo y el trago?
Sí, cigarrillo y trago, no lo hago
constantemente, pero sí lo he hecho. A veces tomo poco, a veces, mucho, pero no
soy de tomar demasiado. Creo que los probé como a los catorce años.
De tu curso, ¿cuánta gente toma, fuma y usa trip?
De los hombres, casi todos han usado trip, trago y cigarrillo, digamos siete
de diez. Pero nunca he visto a una niña que use trip, solo fuman y toman, por ahí
seis de diez.
¿Y qué otras drogas se pueden conseguir en tu
colegio?
Écstasis y marihuana, que toca encargarlas; en cambio él siempre tiene trip entre la maleta.
¿Y cuánto te costó?
Veinte mil pesos.
¿Y cómo es, hay varias tarifas, cómo es eso?
Hay unos más baratos que otros, depende del
efecto. Es un cartoncito que trae como unas gotas y depende de la cantidad que
tenga. Digamos unos tienen en un lado del cartoncito, otros por los dos, esos
ya son más fuertes. El mío solo traía por un lado, pero era muy fuerte. Hay de
diez mil, de quince mil, y hay unos mucho más caros. Yo compré el mío el miércoles,
y la fiesta era el sábado, entonces lo tuve en mi maleta durante toda la
semana, para no dejarlo en la casa, por si algo.
Y cuéntame de tu familia.
Somos: mi papá, mi mamá y dos hermanos
mayores. Hablo poco con el mayor, pero ese día fue él el que más me habló.
Somos unidos, vivimos bien. Mi papá tomó y fumó, pero ya los dejó, es muy raro
verlo en esas. El mayor también es juicioso. Pero el mediano tomó mucho hasta
que cumplió los veinte, ahí se calmó. Mi mamá no toma ni fuma. Y yo, soy el
menor.
A juzgar por tus amigos, por lo que ves,
¿dirías que hay factores de riesgo? Digamos que los hijos usan trip si
los padres se han separado, o si los padres dan mal ejemplo. ¿Se da más en
hogares anormales que en los normales? O piensas que es algo personal, y que
cada muchacho escoge. ¿Qué dirías?
Desde mi punto de vista, no tiene que ver con
lo familiar. Yo creo que sí hay gente a la que no le ponen atención, y la dejan
sola. Yo, la verdad, vivo bien, vivo feliz, y, pues, hice eso. Creo que tiene
más que ver con el ambiente en que uno vive. En mi colegio es muy normal ver
eso. Hay gente que la consume allá. Usan un trip no tan fuerte, y entran a clase de
matemáticas, y a otras clases. Uno los mira, y se ríe, miran al techo, están
como dormidos, pero con los ojos abiertos. Claro que también se salen del
colegio, por atrás, pasan todo el día por allá, y después regresan al salón a
recoger la maleta por la tarde para la casa. La mayoría de mis amigos no son de padres
separados, solo uno, y es el que menos lo hace. En cambio otro, que su familia
tiene mucha plata, tiene sus papás bien, uno nunca lo ve triste, y es el que
más ha comprado. Uno o dos semanales, así sin pensarlo, y se los mete allá en
el colegio. Uno se deja llevar, dicen que es chévere, entonces uno termina en
eso.
¿Y volviste a usarlo?
No. Pero mis amigos sí. El domingo pasado
hubo partido de fútbol, y habíamos quedado de reunirnos para verlo. Yo no podía
ir porque estaba castigado, pero ellos sí iban a verlo, a tomarse unas cervezas
y a meterse un trip.
El que vende también iba a ver el partido, él siempre anda con nosotros,
entonces varios le compran. Ahí es donde más vende, cuando nos reunimos.
Digamos que vamos al cumpleaños de alguien, él va, vende, y algunos se meten un trip. Es de nuestro grupo, andamos
juntos. Digamos un viernes, uno pregunta: "¿bueno, y qué vamos a hacer hoy?". Pues
camine y vemos el partido, le contestan, si hay un partido de un equipo
importante, y seguro van a eso. Entonces llaman: "¿vemos el partido?", nos
tomamos unas cervezas y por la noche nos metemos un trip. O van a una fiesta y allá se lo
meten. Ya es muy común eso.
Bueno, y de aquí para adelante, qué, ¿si eso
es tan común, cómo vas a manejar la situación, que vas a hacer?
Pues yo seguí normal con ellos. De todas
formas yo no lo hago, y ellos no dicen nada. Nosotros nos la pasamos juntos, y
hay más gente en mi curso, entonces nos metemos todos con todos, y no todo el
mundo lo hace. Digamos, el otro amigo que fue a la fiesta de ese sábado, no lo
hace, y él me dice: "uy parce,
eso sería bacano, a mi me dan ganas", pero es que no. Mucha gente no lo hace, y
normal, ellos no me dicen nada.
¿Y tú por qué lo hiciste?
Yo pienso que por probar. Decían que era muy
chévere: "hágale parce,
fresco, eso es áspero". Y, yo: "pues listo". Pero yo no lo hice en el colegio, me
dio miedo que me pillaran, entonces lo hice afuera. Pero fue más fuerte, y de
todas maneras me pillaron. Era uno más caro, como era afuera para ir a una
fiesta, me imaginé que la pasaría mejor. De todas maneras, el trip no
vuelve adicta a la gente.
Claro que sí, fíjate que conoces gente que lo
usa dos y tres veces semanales, y si a ti te duró el efecto más de dos días,
uno puede pensar que ellos pasan trabados toda la semana.
Sí, pero es porque ellos quieren. Y si no
quieren, no lo hacen. Digamos hay una semana en que no lo hacen, obviamente es
rara esa semana, digamos es en la semana de evaluaciones, entonces ellos dicen: "no, yo no me puedo concentrar cuando lo hago". Los días de las evaluaciones no
lo hacen, y así pasan la semana, se esperan hasta el viernes. Lo guardan para
el fin de semana. Pueden aguantar.
¿Y qué es ser adicto?
No poder controlarlo, tener ganas y necesidad
de hacerlo, pero si no lo hace, se desespera, o algo.
Lo que pasa es que eso es parte de las ilusiones que producen las drogas, incluyendo el trago y el cigarrillo: las personas siempre creen que las controlan, pero en realidad, son ellas las que controlan a la gente.
Pues, sí. Allá, entre nosotros, decimos,
cuando tocamos el tema, que el trip no es adictivo, que uno lo hace cuando
le dan ganas.
Pero esa es la contradicción, le dan ganas
precisamente porque se vuelve adicto.
Pues, sí, tal vez.
Entonces, docente y preocupado, le dije: uno
está acostumbrado a pensar que la adicción es como la de la gente perdida y
abandonada en el Bronx, en Bogotá, pero hay formas mucho más sutiles que no
llegan hasta ese extremo, y, en todo caso, también son adicciones. Tener entre
la cabeza asociado el viernes con hacer programa y con trip, es adicción.
Pues, sí, tal vez. Como uno está acostumbrado
a eso, a que los viernes y los sábados se sale. Ya en nuestro grupo siempre es
normal que haya eso, trago, cigarrillo y trip,
aun cuando no siempre, a veces vemos un partido, pedimos una pizza, y ya. Pero de todas formas lo normal es trago y cigarrillo y trip. Uno va a una fiesta, a donde sea,
entra a la casa y allá hay de todo, sobre todo trip. Es que es tan fácil. Es un
cartoncito. No se dan cuenta: no huele, no tiene el problema de la marihuana
que echa humo. Es más barato que el trago, y la sensación es mucho más fuerte y
más rápida. Cuando yo me metí el trip me puse el cartón sobre la lengua. Cuando lo compré, lo había guardado en una
bolsita para que no se secara el juguito, entonces saliendo de la casa, lo
saqué, y mientras que bajaba en el ascensor empecé a chuparlo. De mi edificio
al centro comercial hay cuatro minutos caminando, iba a coger el bus con mis
amigos, y cuando llegué ya tenía la lengua dormida. Y apenas me subí al bus,
vi que tenía triangulitos en el suelo, y de una empezaron a moverse y me daba
risa, y miraba, y me sentía raro. La sensación era rara, dentro de mí, pero
rara. Me toteó como a los veinte minutos. Y nadie se da cuenta de eso. A uno
solo se le dilatan las pupilas, y nadie se va a poner a mirar eso, a menos de
que ya uno se ponga muy mal, así como en el estado en que estaba yo.
Cuéntame una cosa, ¿por qué de ti habían
sospechado que usabas drogas antes, si no lo hacías, qué crees, qué sembraba la
duda?
Lo que pasa es que una vez tuve una
conversación con mi novia sobre la marihuana en la casa de ella, y la mamá nos
oyó, entonces habló con mis papás. Yo le dije: "¡cómo así, ahora mis papás se
van a meter ese cuento en la mente y me van a meter quién sabe en qué lío!". De
todas formas yo no lo había hecho nunca. Pero ese día yo salí con ella, fuimos
al centro comercial, estuvimos en cine, y la mamá se fue a hablar con mis
papás. Ellos le dijeron que confiaban en mí, pero que iban a hablar conmigo.
Cuando llegué, me dijeron, entonces yo le contesté: "no, papá"; y él me respodió, "bueno, listo, pero entonces yo le quiero hacer unos exámenes". Me llevaron al
hospital, pero ahí les dijeron que no valía la pena porque eso solo funcionaba
si se había consumido en las últimas horas. Como esos días había estado con
ellos, pues no tenía sentido hacerme esas pruebas. Pero yo nunca lo había
hecho, entonces, relajado.
¿Y cuál es tu idea sobre la marihuana?
Pues tengo amigos que la consumen. Pero yo no
soy de esas drogas, de pronto trago, el cigarrillo, una cerveza de vez en
cuando, pero ya drogas, no. Ellos dicen que se sienten bien, que es chévere,
que la pasan muy bien. Yo digo que bueno. Me la han ofrecido en el colegio, me
dicen: "bueno, y qué, usted me va a comprar, o algo". Y yo les digo: "no, todo
bien". Y ya.
¿Quedaste con ganas de más?
Tuve una mala experiencia y no vale la pena
volver a hacerlo. ¡No, nunca!
¿Recomiendas las drogas?
La verdad, no. De todas maneras, uno
decepciona con esas cosas a la gente que quiere. A mí me habían dicho: "eso es
chévere, usted la va a pasar muy bien". Y al principio sí me sentí bien, pero
después de lo que me pasó pues ya me di cuenta de que eso no vale la pena. Pude
haber ido a la fiesta y pasarla bien, pero por ponerme a hacer eso, me la tiré
toda, además tuve problema con mi familia.
Entonces, a manera de despedida le dije,
bueno, dejemos acá por hoy, y continuaremos en la próxima sesión.