Nota: Este blog es una modificación editorial, no de contenido, del artículo publicado con la siguiente bibliografía: Barrios S (2016). Una ocasión para reflexionar sobre el caso de la señorita C, quien soñó en la trasferenciambarazada. Rev Soc Col Psicoan 41: 11-34.
What is true
is a discovery as opposed to a creation, and yet, in making that discovery, we
alter what we find and, in that sense, create something new[1]
(Ogden, 2003, p. 597).
Resumen:
Objetivo:
Pesadillas, sueños interrumpidos y angustias que antes no podía soñar por ser
deseos y terrores relacionados con el cuerpo y la sexualidad pregenital que
surgieron en el tercero analítico intersubjetivo como identificación
proyectiva, síntomas físicos y ansiedades hipocondriacas que evolucionaron
transformándose en pensamiento. Desarrollo: El psicoanálisis busca verdades. Va
en pos de algo que se sienta emocionalmente real durante la sesión y pueda
utilizarse para pensar en el setting analítico. La técnica promueve el tercero
analítico intersubjetivo donde, asimétricamente, analista y analizando, generan
esa estructura simbólica que incluye un espacio onírico intersubjetivo. Los
sueños al dormir y en vigilia, del analista y del analizando, forman parte de
ese espacio virtual, simbólico, que no es del uno ni del otro, es de ambos. Los
estímulos corporales y las percepciones que solo podían expulsarse en
identificación proyectiva y síntomas psicosomáticos se elaboran, volviéndose
pensamiento, aprendizaje a partir de la experiencia. Conclusiones: Con el
analista se C viven angustias corporales, asumiendo lo polimorfo perverso y la
genitalidad, lo esquizoparanoide y lo depresivo, madura el superyó arcaico
destructor del yo. Pide actitud maternal y paternal para aprender a habitar su
propio cuerpo, necesita desarrollar su capacidad de jugar y simbolizar. Y el
analista le ofrece reverie y actitud analítica, sin perder de vista el tercero
analítico intersubjetivo entre las presiones contratransferenciales.
Palabras
clave:
Proceso
psicoanalítico, reverie, sueños, pesadillas, terror nocturno, verdad
Psicoanálisis
es una búsqueda de verdades. El analista y el analizando aspiran a encontrar
algo que se sienta emocionalmente verdadero en la sesión, y pueda utilizarse
para trabajar mentalmente. Se trata de estructuras del pensamiento que el
psicoanalista infiere a partir del soñar inconsciente, preconsciente y
consciente, en relación con ideas, sentimientos y conductas. Entonces las
conjeturas del analista adquieren un carácter real en la interpretación a
través de la respuesta del paciente. Ideas que Thomas H Ogden (2003b, 2004a;
2006b; 2007) afirma que basó en la O de Bion, las “formas ideales” de Platón,
la “cosa en sí” de Kant y el “registro de lo real” de Lacan.
Hay verdades
universales, como la melancolía y la angustia, lo polimorfo perverso y lo
genital, lo esquizoparanoide y lo depresivo, se trata de pensamientos
independientes del pensador que no se crean, se descubre la perspectiva
personal de cada cual con relación a ellos. Idea que Bion ilustró con su famoso
ejemplo de que el psicoanálisis ya existía antes de Freud, es solo que eran
pensamientos silvestres en busca de un pensador para pensarlos, se trataba de
verdades esperando ser descubiertas. Planteamiento que Ogden además señala en la
obra de Borges (1923; 1970), donde afirma que las verdades esenciales del ser
humano son pocas, lo que cambia es la metáfora con que se describen.
La
experiencia emocional es verdad (Ferro, 2011; Fisher, 2011; Levine, 2011). La
seguridad es un estado de ánimo, una respuesta que se siente real. Algo que va
más allá de la metáfora psicoanalítica que explica la mentalidad de la persona
mediante la metapsicología, la teoría y la interpretación, y que necesita
ponerse a prueba.
El hallazgo
no es solo darle forma manifiesta a lo que estaba latente, pues este
conocimiento se altera al descubrirlo al ponerle las vestiduras humanas de la
simbolización. En la naturaleza los objetos simplemente son hasta que se les
asigna un nombre, una forma, junto con una serie de propiedades que los ubica
en el sistema simbólico. Y en la situación analítica el efecto terapéutico de
la interpretación depende, precisamente, de que el descubrimiento se sienta
verdadero y de las trasformaciones que genera nombrarlo. Cuando la
interpretación contiene verdad para el paciente, le da forma verbal a la
experiencia. Verdad que antes había sido amorfa, innominada, inconsciente, pero
que crea la potencialidad para un descubrimiento conjunto en el setting psicoanalítico.
De modo que no es dable preguntarse de quien es la verdad: es del analista y
del analizando y del proceso, del tercero analítico intersubjetivo.
A
continuación, no quiero hacer una nueva exégesis de los pensamientos de Ogden
(1997) acerca del soñar, pensamientos que se basan en su interpretación de
Bion. Lo que quiero con estas páginas es utilizar estas nociones en la
práctica, en el caso de la señorita C, quien soñó dormida y despierta, en la
trasferencia, simbolizaba percepciones corporales e impulsos que la
angustiaban, por sus implicaciones sexuales, pregenitales.
A veces es
difícil decir quién reacciona primero al sueño en el setting analítico, pero
siempre es mejor darle al paciente la oportunidad de asociar libremente. Sin
embargo, esta conducta también puede transformarse en un ritual: el analizando
le ofrece el sueño al analista, quien lo ingiere, lo digiere y luego regurgita
una interpretación chata que gratifica el narcisismo del paciente. Sin
asociaciones las interpretaciones de los sueños son superficiales. Solo tocan
el contenido manifiesto, y el análisis se vuelve vacío, puesto que el analista
en esas circunstancias solo puede ofrecer sus propias asociaciones. Los sueños
se interpretan en el contexto trasferencial, buscando el contenido latente de
la manera más aséptica posible, sin ser intrusivo, sin interpretaciones
precoces. Pero si el paciente no asocia, surge el problema de la resistencia,
situación que también obedece a contenidos inconscientes del tercero analítico
intersubjetivo.
Hay que tocar
el inconsciente del paciente, no solo el del analista. La sensación de vida en
el proceso es el movimiento germinativo entre sueños, reverie, interpretación y
experiencias del tercero analítico intersubjetivo (Ogden, 1997). En virtud de
la atemporalidad del inconsciente, y de las asociaciones de los sueños, si el
analista se esfuerza por seguir este orden con demasiado rigor puede perderse
de sutilezas que ya sucedieron en la sala de espera al llegar ese día a la
sesión, al saludar, en un gesto o en una reacción al ver al analista.
El sueño se
mueve en la esfera psicosomática. Aumenta la espontaneidad y la creatividad del
diálogo analítico, si se toma como parte del tercero onírico intersubjetivo,
pues da libertad inconsciente para el reverie. Además, no siempre hay que
entender el sueño, al menos por un rato, después de todo es una experiencia que
de por sí se opone a la narración en palabras, por eso se necesita la relación
transferencia contratrasferencia, cuya dialéctica origina la estructura
simbólica tridimensional que Ogden llamó tercero analítico intersubjetivo. El
vehículo del sueño en el proceso analítico es la dinámica de las subjetividades
del analista y el analizando que trabajan juntos y simbolizan elaborando las
relaciones entre los objetos internos del analizando en la asimetría del
setting analítico (Ogden, 1997).
Y para ello
se necesita de la privacidad que ofrece la técnica analítica. Crea y mantiene
la comunicación consciente inconsciente entre analista y analizando,
promoviendo el proceso. Ogden (1997; 1998) razona que la tensión dialéctica
entre esas subjetividades crea el tercero analítico intersubjetivo en virtud de
la naturaleza asimétrica de la relación, porque el analista utiliza la técnica
con la finalidad de que el paciente viva una vida más satisfactoria. Entonces
el proceso analítico es el reverie que surge entre analista y analizando de
donde emerge un tercer sujeto virtual que también incluye un espacio onírico
intersubjetivo. Lo que se sueña durante el proceso forma parte de él. Y en la
medida en que se configura el tercero analítico intersubjetivo es más inexacto
decir, “este sueño es del paciente”, pues surge del espacio onírico analítico,
y un sueño soñado durante el proceso no es del paciente ni del analista, es de
ambos, del proceso. Más aún, el sueño del analista también tiene relación con
el tercero analítico intersubjetivo, en especial si lo recuerda durante la
sesión. Tiene que ver con la historia del dúo analítico, nace en medio de esa
interacción, y tal como Freud lo advirtió, durante el análisis no hay otra
experiencia emocional más preponderante. Entonces coexisten varios sujetos
analíticos, así parezca muy personal el sueño existen varios soñantes, y todos
en tensión dialéctica, pues cada uno contribuye a la construcción del setting.
Cuando el
paciente empieza a analizarse pierde la mente que traía para construir una
propia. El espacio vital que ocupaba, a donde pensaba, sentía, soñaba y
habitaba su cuerpo ya no es del todo suyo. Desde el principio del proceso su
espacio psicológico personal converge con el espacio analítico hasta hacerse
indiferenciables. Y este nuevo lugar para vivir no está restringido al
consultorio, es una creación conjunta, simbólica, consciente e inconsciente,
que está en la mente y el cuerpo del analista y del analizando. De modo que el
sueño del paciente y del analista siempre está en tensión, se construye
conjuntamente. Al ser una creación solidaria, las asociaciones del analista son
tan importantes como las del paciente, un proceso que va dándose por el camino (Ogden, 1997).
Por
otra parte, no poder soñar es diferente de no recordar los sueños (Ogden,
2003a). Según Bion, la elaboración onírica construye la mente, no lo contrario,
quien no puede soñar no diferencia consciente de inconsciente, dormir de
despertar ni soñar de percibir. Cada analizando, de manera inconsciente y
ambivalente busca ayuda para soñar terrores nocturnos -es decir, sueños que no
ha soñado, por no poder soñarlos-, junto con sus pesadillas, o sueños
interrumpidos cuando el dolor de la experiencia emocional onírica excede la
capacidad de soñar. De manera que los sueños que no pueden soñarse son manifestaciones
de aspectos negados y psicóticos de la personalidad, mientras que los
interrumpidos son elementos neuróticos y otras configuraciones no psicóticas.
Mucho
se ha escrito sobre el significado de los sueños, pero muy poco sobre qué
implica soñar, o no soñar. La función alfa es el conjunto de operaciones
mentales que ante impresiones sensoriales crudas, elementos beta, se transforma
en relación con la experiencia dando lugar a los elementos alfa que se
almacenan como memorias inconscientes, de una manera que los hace accesibles
para enlazarlos como aspectos inconscientes, preconscientes y conscientes en
trabajos mentales como soñar y pensar, pero también al reprimir, recordar y
olvidar, sin dejar de lado elaborar el duelo, el reverie y el aprendizaje a
partir de la experiencia. Sucede que los elementos beta no pueden relacionarse
creando significados, solo se evacuan o se almacenan. Así que soñar es un
continuo que se da de noche y de día, como en el caso del reverie del analista
y el analizando durante la sesión analítica, lo cual implica hacer nexos
emocionales generado dream thoughts[2].
Pero
si, por el contrario, la persona no logra trasformar la información sensorial
cruda en elementos inconscientes que pueda utilizar y conectar, es incapaz de
soñar. En su lugar, al no tener función alfa, solo registra información
sensorial ininteligible, elementos beta indiferenciables al dormir y al
despertar, un estado psicótico, pues para esa persona despertar y soñar es lo
mismo, y lo que soñaría se trasforma en alucinación, que es precisamente lo
opuesto de soñar y pensar.
Pero
no todos los eventos al dormir son sueños. Los hay sin asociaciones, al igual
que alucinaciones al dormir, como en el caso de los sueños reiterativos de la
neurosis traumática, sueños sin imágenes con emociones intensas y acción
muscular que carecen de elaboración onírica y crecimiento psicológico. El sueño
supone trabajo inconsciente al vincular elementos de la experiencia, creando el
dream thoughts, en contraposición a
la evacuación en la alucinación con identificación proyectiva masiva, defensa
maníaca y delirio paranoide. Cuando alguien es incapaz de aprender a partir de
la experiencia está atrapado en un infierno estático y concreto de lo que es.
Soñar es lo que permite dormir y despertar, no al contrario, además crea lo
consciente y lo inconsciente, y los mantiene diferenciados. Los sueños
construyen mucho más que la narrativa al expresar contenidos manifiestos y
latentes, pues almacenan elementos de la experiencia, o elementos alfa. Soñar
es lo que hace posible dormir y despertar.
Por otra
parte, el reverie es la condición para la reintroyección y la trasformación del
sueño. De modo que el criterio de desarrollo es si una actividad promueve o interfiere
el crecimiento mental. El paciente no solo se relaciona con el contenido de la
interpretación, también con la mente del analista, así como con su manera de
funcionar, lo cual le da la oportunidad de entender y estar en contacto con su
realidad psíquica, su verdad personal (Pistiner de Cortiñas, 2011). El ensoñar
despierto y atento del analista durante la sesión aporta al paciente
herramientas para su crecimiento mental y desarrollo emocional. Partiendo del
modelo contenido-continente-reverie, el dream
work alfa[3]
del analista lleva a que al combinar el soñar con el preconcepto, se construye
una ubicación en el tiempo y el espacio.
El
analista, mediante la técnica, genera las condiciones con el analizando para
soñar los sueños que no había podido soñar, y su participación activa toma la
forma de reverie. Mientras se hace esta alianza para la elaboración onírica en
el setting, el analista llega a conocer suficientemente al analizando como para
poder decirle algo verdadero acerca de lo que sucede a nivel inconsciente. El
uso del lenguaje del analista contribuye a la posibilidad de que el paciente
pueda utilizar lo que le dice para beneficio de su propia experiencia, y llegar
a existir en la medida en que sueña de una manera más plena (Ogden, 2004b).
En suma, la
capacidad de hacer síntesis es inherente al ser humano. Es la actividad mental
que lleva a pensar cuando las emociones no son tóxicas, claro está, mientras la
elaboración onírica, junto con la función alfa, es el continuo que las
metaboliza. Al soñar la realidad se digiere, la mente registra y asimila
experiencias, crea y organiza el influjo de la barrera de contacto entre
consciente e inconsciente. Pero soñar es una forma del pensamiento que no solo
sucede al dormir, también se da al despertar, es una actividad mental que
trasforma la masa incoherente de estímulos sensoriales en ideogramas que
registran el presente y el futuro, y pueden articularse o desarticularse,
sintetizando estímulos que fueron ininteligibles.
Tolerar las
experiencias requiere funciones mentales, es decir función alfa, junto con el
aparato para pensar pensamientos y soñar sueños. Se trata de metabolizar,
procesar y organizar impresiones sensoriales que nacen del cuerpo
transformándolas en insumos para pensar, y luego se organizan en componentes
narrativos y secuencias que constituyen la actividad mental, o sea los sueños
al dormir, las fantasías, el reverie, y demás, sin olvidar la separación entre
consciente e inconsciente (Pistiner de Cortiñas, 2011).
Así que la
señorita C soñaba despierta sus pesadillas. Sueños que quedaron truncados por
la culpa y la angustia que le causaron, eran elementos neuróticos. Pero también
simbolizaba aspectos que antes no había podido soñar, se trataba sensaciones
somáticas crudas, aspectos psicóticos, lo que Ferro (2011, p. 167) denominó elementos “balfa”, es decir elementos beta
transformándose en alfa en el setting analítico, donde los estímulos
sensoriales no pensados se volvían trasferencia, y luego protopensamiento. Al
encargarme de la trasferencia, como continente atento y receptivo que
introyecta y experimenta las proyecciones hasta llegar a formular una
interpretación, las labores inconclusas por la ruptura del reverie se
transformaron, y la señorita C simbolizó experiencias infantiles que fueron
imposiciones abrumadoras en alguna época. En ella la función del reverie había
sido usurpada por el superyó primitivo, pero ahora empezaba a simbolizar,
trayendo nuevos elementos autobiográficos al setting analítico. Descubría otras
verdades personales, su nueva O, aprendía a partir de la experiencia analítica.
En cuanto a esa
sensación contratransferencial de no poder alcanzarla, de que no lograba jugar
bien con ella, en el sentido winnicottiano de la expresión, puedo argumentar
que la señorita C no encontraba cómo soñar despierta, no asociaba tan
libremente y su juego era rígido. Actividades que realizaba afuera del
consultorio, aun cuando no hay que olvidar que el tercero analítico
intersubjetivo es una estructura mental psicosomática, de modo que no solo está
restringida al espacio tridimensional del setting analítico, se extiende a toda
la vida del analista y el analizando. Pero luego de tomarse todo el tiempo que
necesitó para talking as dreaming[4]
(Ogden, 2007b) en el setting analítico, logramos ensoñar juntos en el
tercero analítico intersubjetivo el movimiento de la relación. El proceso
analítico estaba más vivo que nunca, para ser más exactos, era una brasa pues
no recuerdo una época más personal ni más íntima entre nosotros. Había reverie
compartido.
Es frecuente
que los pacientes no puedan wake dream[5]
con asociaciones libres y otras formas de comunicación. De modo que el talking as dreaming sirve como una
manera preliminar de ensoñar en la relación analítica, lo cual permite empezar
a soñar experiencias que antes no podían soñarse. En la superficie talking as dreaming no parece muy
analítico, cualquiera diría que es una conversación insustancial. En el caso de
la señorita C y yo, por ejemplo, mientras ella narraba detalladamente muchas
situaciones con más valor estético que analítico, yo, por mi parte, le hablaba
sobre la fisiología del ciclo menstrual y las diferentes alternativas de
planificación familiar.
Resulta que
cuando el paciente tiene poca capacidad de soñar, si el analista permite que la
asociación libre fluya, si logra tolerar la angustia del furor sanandi, las
cosas suelen salir analíticamente bien. Y es importante aclarar que esta clase
de diálogo surge espontáneamente del tercero analítico intersubjetivo, no es
una acción premeditada por parte del analista, tampoco es una estrategia ni un
parámetro. Además, en todo caso, hay necesidad de hablar sobre ello con el
paciente. Hay que interpretarlo. Talking
as dreaming es una manera de pensar y relacionarse para que el analizando
logre empezar a soñar sus propios sueños, sueños que antes eran experiencias
impensables por no tener posibilidad de simbolización. Así se trasforman en
experiencias emocionales que le ayudan al paciente a soñar que existe en el
mundo y en su cuerpo, cuando antes era invisible.
Claro que si
el analista está involucrado en el talking
as dreaming debe ser consciente de la diferencia entre los papeles del
analista y del paciente, y que la finalidad terapéutica del análisis predomina,
entonces debe dársele al analizando la oportunidad de existir al soñarse a sí
mismo, en lugar de que el analista lo sueñe (Ogden, 2007b). Así sea doloroso,
como en el caso de la señorita C. Sentir la vida y la muerte en la relación
trasferencia contratrasferencia es el indicador más confiable de la actualidad
del proceso analítico (Ogden, 1997). El elemento esencial de la técnica
psicoanalítica es que el analista utilice su experiencia contratransferencial
para comprender los papeles expresivos y defensivos que surgen en el setting
analítico, así como la función particular de esa experiencia en el trasfondo
del paisaje que ofrecen las relaciones objetales del paciente.
Al
fin y al cabo, como decía al principio del artículo, el psicoanálisis conlleva
un esfuerzo del paciente y del analista para encontrar lo que es verdad en la
experiencia emocional que comparten, de manera que el dúo analítico pueda
utilizarlo para alcanzar cambios psicológicos. Así que lo que es verdadero en
la experiencia emocional analítica es independiente de la formulación del
analista, pues el psicoanalista no es un autor de verdades emocionales, más
bien es un escribano de lo que sucede en el setting analítico.
En
el acto de pensar y darle forma simbólica, verbal, a lo que el analista intuye
que es verdad en esa experiencia emocional, la modifica, y esta comprensión
subyace a la concepción psicoanalítica de la acción terapéutica. Interpretando,
el analista simboliza lo que cree verdadero de la experiencia inconsciente con
el paciente, y al hacerlo altera la verdad, pues contribuye a la creación de
una nueva experiencia que permite continuar el trabajo analítico. El analista
utiliza la experiencia con su reverie, de la que ambos son autores, o tal vez
ninguno, en un esfuerzo por llegar a una verdad inconsciente del paciente (Ogden, 2003a; 2003b).
Por último,
surge entonces la importancia del estilo analítico de cada analista, es decir
el aporte de sus aspectos personales en la construcción del tercero analítico
intersubjetivo, idea que de todas maneras parte de la base de que cada analista
conoce la teoría y la técnica psicoanalítica (Ogden,
2004c; 2006a; 2007b; 2007c).
Último blog sobre Ogden: de la técnica psicoanalítica indispensable para que haya proceso; reflexiones sobre la docencia y la supervisión, así como acerca de la adquisición de la identidad analítica y la prosa psicoanalítica, la manera de construir conocimiento
Último blog sobre Ogden: de la técnica psicoanalítica indispensable para que haya proceso; reflexiones sobre la docencia y la supervisión, así como acerca de la adquisición de la identidad analítica y la prosa psicoanalítica, la manera de construir conocimiento
Abstract
Objective: This
clinical paper examines the case of Miss C, whom dreams in the transference
that she is pregnant. Nightmares, and anxieties interrupted before they could
be dreamt, becoming desires and terrors related to the body and pregenital
sexuality emerged in the intersubjective analytic third as projective
identification, physical symptoms and hypochondriacal anxieties that evolved
into thought in the analytic process. Development: Psychoanalysis seeks truths.
It goes after something that feels emotionally real within the session, and can
be used to develop the capacity to think in the analytical setting. Analytic
technique promotes asymmetrically the analytic third, where analyst and analyzand
generate this symbolic structure, which includes an intersubjective dream
space. Dreams occur sleeping and awake, in the analyst and the patient, and are
part of this virtual symbolic space created dialectically by their
subjectivities. Bodily stimuli and perceptions that could only be expelled as
projective identification and psychosomatic symptoms evolve, becoming thought,
learning from experience. Conclusions: Miss C lives bodily perceptions and
anxieties, assuming the polymorphous perverse and geniality, as well as the
schizoid and depressive, while the archaic ego destructing superego matures.
She demanded maternal and paternal object relationships, while her own
perceptions of her own body evolved, and developed her ability to play and
symbolize. The analyst offered reverie and analytical attitude, without losing
sight of the intersubjective analytic third between countertransference
pressures.
Key words
Psychoanalytic process, reverie, dreams, nightmares,
night terror, truth
[1]Lo que es verdad se descubre en lugar de crearse,
pero, aun así, al hacer un descubrimiento, se altera el hallazgo y, en este
sentido, se crea algo nuevo.
[3]
Es decir, trabajo onírico alfa.
[4]
El sentido de la traducción de esta expresión podría ser, ‘hablar libre y
espontáneamente, como soñando’.
[5]
Una expresión bioniana que se refiere a la capacidad de ensoñar.
Excelente !!!
ResponderEliminarGracias, saludos.
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