Thomas H. Ogden es un psicoanalista norteamericano que
ejerce en San Francisco, California, y desarrolla sus actividades docente y
gremial, fundamentalmente, en el Psychoanalitic Institute of Northern
California. Se entrenó como médico en Yale y como analista en el San Francisco
Psychoanalitic Institute. Entre sus docentes más recordados está L Bryce Boyer,
mientras que entre sus supervisores figura Harold Searles. Además, es un hombre de aspiraciones
literarias, lo cual es importante porque existen muchos autores estirpe
intersubjetiva, pero Ogden es tal vez el más elocuente todos de ellos. Entre
los escritores psicoanalíticos que admira por su prosa están Winnicott y Bion, mientras
que entre los extranalíticos menciona en especial a Sheakespeare, Borges y
Kundera. Me detengo en estos aspectos privados de la vida del autor, porque
para él la subjetividad hace parte de la mente del analista, es su aporte a la
construcción simbólica, virtual, que se da en el proceso a través de la
dialéctica la relación consciente e inconsciente del dúo psioanalítico. Todo
analista, como todo paciente, es diferente.
Sus textos
entusiastas, cuidados y apasionados me hicieron pensar en cuánto he disfrutado
del ejercicio de la profesión. Es un placer leerlo. La escritura psicoanalítica
para él es un tipo particular de literatura, y como tal, la forma y el
contenido se complementan a la hora de trasmitir el mensaje con eficacia. A la
vez que el psicoanálisis es un cuerpo teórico maduro, riguroso, la situación
analítica es una experiencia, entonces narrarla es imposible, por eso el
nuestro es un género literario particular que implica reflexión metódica y
creatividad y buenas intenciones.
La relación analítica es terapéutica porque busca que el
paciente logre una vida más humana. Así que investigar sobre el tratamiento
psicoanalítico hace parte de nuestro oficio, que siempre está en construcción. Entonces parte
esencial es leer y escribir, un trabajo que supone simbolizar, y que según la Tabla de Bion, es el apogeo
del pensamiento. Las
teorías psicoanalíticas surgen de la clínica, un campo legítimo de
investigación con las tradicionales técnicas cualitativas de reporte de casos,
pero también con métodos cuantitativos, estadísticos, así como con la
neurobiología. Estas herramientas son bienvenidas, todo depende de la pregunta
de la investigación.
Pero también, desde el punto de vista de sus contenidos
puedo informar que Ogden me llevó a reflexionar acerca de mi propia concepción
analítica, y a hacer síntesis de maneras novedosas, al menos para mí. Sus
escritos me produjeron alivio, después de todo, concibe el psicoanálisis como
un discurso de libertad para el analista y el analizando.
La intersubjetividad
emana del cuerpo como punto de partida, y desde allí se desarrolla hasta la
subjetividad, y luego la mente. Alude al espacio virtual que se crea en la
relación trasferencia contratrasferencia de cualquier análisis, al que solo
puede accederse a través del reverie, en el sentido bioniano de la expresión. Pensamientos
que están en contraposición a los de otros teóricos que proponen que la
intersubjetividad se desarrolla secundariamente a partir de la mente, un logro
que viene después de alcanzar la subjetividad y la consciencia de sí mismo.
La metáfora
del tercero analítico intersubjetivo de Ogden está enraizada en las obras de
Freud, Fairbairn y Klein, junto con la idea de que la relación analítica tiene
una geometría tridimensional, siguiendo a Winnicott, Green, los Baranger y
Bion, por ser un creación conjunta, simbólica, que emerge de las subjetividades
del analista y el analizando, en virtud de su interacción consciente e
inconsciente exacerbada por la asimetría que genera la técnica psicoanalítica. Y
la dinámica del analista, el analizando y el tercero analítico trasforma esas
mentes con la finalidad terapéutica de que el paciente viva con satisfacción.
El proceso
analítico tiende
a la síntesis construyendo convergencias entre significados disímiles, pero
también evoluciona en una expansión continua de significados. Entonces el tercero analítico
intersubjetivo empieza en la percepciones corporales crudas que se relacionan
con el reverie a través de la identificación proyectiva y los avatares de las
relaciones objetales, de modo que estas sensaciones se trasforman en
pensamientos y sueños que luego dan lugar a la mente. El tercero analítico está
en continuo desarrollo. Y cuando hay interrupciones en el reverie, estas mismas
percepciones dan lugar a identificación proyectiva masiva, concreta, y a
síntomas psicosomáticos.
El
psicoanálisis busca verdades. Va en pos de algo que se sienta real durante la
sesión y pueda utilizarse para pensar a medida que se va construyendo el
tercero analítico intersubjetivo, lo cual incluye el espacio onírico
intersubjetivo. Los sueños al dormir y en vigilia, del analista y del
analizando, forman parte de este espacio virtual, dejando de ser del uno o del
otro, para ser de ambos. Así, los estímulos corporales y las percepciones que
solo podían expulsarse, se elaboran, volviéndolas pensamiento. Así se aprende a
partir de la experiencia. De modo que el arte del psicoanálisis está en que el
analista conozca la técnica a la vez que es libre para pensar y ser real para
el analizando, entonces la responsabilidad del analista es inventarse un nuevo
psicoanálisis con cada paciente.
En suma, se
considera a Ogden militante del intersubjetivismo, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/08/revision-de-la-literatura-acerca-de-la.html, porque parte de la idea de que
la relación analista analizando, el tercero analítico intersubjetivo, es una
creación simbólica conjunta por ser un vínculo entre sujetos, no solo entre objetos,
pues la trasferencia y la contratransferencia son causa y efecto la una de la
otra. La neutralidad y la abstinencia son ideales inalcanzables, aun cuando
imprescindibles. Y todo esto se desenvuelve en el contexto de la unidad mente
cuerpo, lo cual toca, por supuesto, al desarrollo psicológico y el proceso analítico,
junto con el trauma y la identidad de género, al igual que todos los demás
aspectos de la mente.
Leer a Ogden me
dejó la impresión de que en su obra pueden diferenciarse tres periodos. Una etapa
temprana, que duró hasta principios de la década de los 90, en que publicó
sobre su comprensión de los conceptos psicoanalíticos, en especial, del modelo
objetal de la mente, y por supuesto, sobre la relación trasferencia
contratrasferencia. Construía
su identidad analítica, y sus artículos giraban, fundamentalmente, alrededor de
otros autores y escuelas.
Luego vino un segundo momento en su obra, llamémoslo, el
“periodo dorado del tercero analítico intersubjetivo”, concepto que lo consagró
como estrella en el firmamento psicoanalítico. Digamos que por esta época encontró la síntesis, y empezó a
publicar textos muy bien recibidos y comentados, hasta el punto que hoy se le
considera una autoridad en los asuntos de la intersubjetividad.
Según la
página web del International Journal of Psychoanalysis, “The analytic third:
working with intersubjective clinical facts” de 1994, es el sexto artículo más
citado en esa prestigiosa revista, solo lo preceden escritos de Winnicott,
Benjamin, Stern, Bion y Klein. Esta estadística me parece admirable porque el
asunto no es solo publicar en el Journal, también hay que tener en cuenta con
qué frecuencia se cita el artículo. Claro que, por otra parte, me llama la
atención que Freud no figura en el top
ten de los más citados. En todo caso se trata de datos que hablan de la
tendencia actual del pensamiento psicoanalítico mundial, que ha entrado en una
etapa postescuelas, intersubjetiva y multidisciplinaria (Villarreal, 2015, p.
28).
Hasta que por
último, en el siglo XXI, Ogden llegó al tercer periodo de su producción escrita.
Entró en una fase tardía, de reflexión sobre su propia trayectoria. Sus textos
se volvieron meditabundos, con cierta actitud, me parece, de sabio
experimentado que aporta generoso sus consejos para jóvenes sobre la vida cotidiana del
psicoanalista comprometido. Explora las consecuencias del tercero analítico intersubjetivo en la
técnica, la formación del analista, la construcción de la identidad analítica y
las publicaciones psicoanalíticas. Aspectos que hacen parte de la búsqueda del
analista de su propio self, de su libertad de pensamiento y de ser lo mejor que
pueda llegar a ser con lo que dispone.
Pero también, curiosamente, durante esta época redobló
sus esfuerzos como exégeta de Bion. A mi manera de ver las cosas, en el ámbito
psicoanalítico de los últimos años también ha habido entusiasmo renovado por las
nuevas interpretaciones de la obra de este inglés, como en el caso de los
escritos de Ferro, Pistner Cortiñas, Levine, Mawson, autores que también se
citan en estas páginas. Y Ogden no ha sido ajeno a esta iniciativa, se ha
dedicado a explicar y a construir alrededor de la obra bioniana, considerado
pionero de la intersubjetividad, cuando no, un autor plenamente intersubjetivo.
Y esta trilogía está organizada de esa misma manera. En
el primer artículo, titulado “Nota sobre Ogden: el tercero analítico intersubjetivo y sus raíces
conceptuales”, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/09/blog-sobre-ogden-el-tercero-analitico.html, se revisa de qué trata su pensamiento, de qué está hecho, y se
ilustra con una viñeta del caso del señor B, un adulto joven que construye su
identidad sexual. En el segundo, “Otra nota sobre Ogden: una ocasión para reflexionar sobre
el caso de la señorita C, quien soñó en la trasferencia”, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/09/otro-blog-sobre-ogden-una-ocasion-para.html, es un
trabajo clínico que se desenvuelve a la luz del modelo de Ogden acerca del
espacio onírico intersubjetivo, así como de la búsqueda de las verdades
psicoanalíticas y de su efecto terapéutico. Un artículo con hondas raices bionianas.
Y, para terminar esta trilogía, viene al final un ensayo titulado, “Última nota sobre Ogden: de la técnica
psicoanalítica indispensable para que haya proceso; reflexiones sobre la
docencia y la supervisión, así como acerca de la adquisición de la identidad
analítica y de la prosa psicoanalítica, la manera de construir conocimiento”, http://santiagobarriosv.blogspot.com.co/2016/09/ultimo-blog-sobre-ogden-de-la-tecnica.html. Este
texto alude a las implicaciones del tercero analítico intersubjetivo en la vida
privada del analista.
Estos tres artículos son una suerte de rayuela, pueden
leerse en cualquier orden, son independientes. Además de la maravilla de
aprender escribiendo, esta investigación tiene varios objetivos: pueden
utilizarse en tres reuniones académicas separadas, y eventualmente se publicarán
como artículos individuales, pero también funcionan como una unidad que se emplea
como material didáctico para el curso de tres días, titulado, “Trilogía sobre la intersubjetividad según Thomas H. Ogden”, en el
Congreso de Fepal de 2016 en Cartagena; y, por último, estas páginas también sirven
de base para una sección del libro sobre intersubjetividad que estamos
confeccionando en nuestro grupo de estudio.
Claro que, por el otro lado, publicar y presentar
trabajos también son eventos intersubjetivos: los lectores y los asistentes a
las presentaciones construyen relaciones subjetivas con los contenidos, de modo
que el destino de los escritos siempre está por afuera de las manos del autor
una vez se han publicado, entonces todo depende del consumidor de la obra. Creo
que quien lea estas páginas se llevará una buena idea de la intersubjetividad desde
la perspectiva de Ogden. Pero, sobre todo, mi objetivo con estas palabras es
que el lector encuentre nuevas convergencias entre ideas y asociaciones.
SBV
Bogotá, 24/11/2015
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