domingo, 4 de septiembre de 2016

Otro blog sobre Ogden: una ocasión para reflexionar sobre sueños y ensoñaciones en la situación analítica


Nota: Este blog es una modificación editorial, no de contenido, del artículo publicado con la siguiente bibliografía: Barrios S (2016). Una ocasión para reflexionar sobre el caso de la señorita C, quien soñó en la trasferenciambarazada. Rev Soc Col Psicoan 41: 11-34.

What is true is a discovery as opposed to a creation, and yet, in making that discovery, we alter what we find and, in that sense, create something new[1] (Ogden, 2003, p. 597).


Resumen:
Objetivo: Pesadillas, sueños interrumpidos y angustias que antes no podía soñar por ser deseos y terrores relacionados con el cuerpo y la sexualidad pregenital que surgieron en el tercero analítico intersubjetivo como identificación proyectiva, síntomas físicos y ansiedades hipocondriacas que evolucionaron transformándose en pensamiento. Desarrollo: El psicoanálisis busca verdades. Va en pos de algo que se sienta emocionalmente real durante la sesión y pueda utilizarse para pensar en el setting analítico. La técnica promueve el tercero analítico intersubjetivo donde, asimétricamente, analista y analizando, generan esa estructura simbólica que incluye un espacio onírico intersubjetivo. Los sueños al dormir y en vigilia, del analista y del analizando, forman parte de ese espacio virtual, simbólico, que no es del uno ni del otro, es de ambos. Los estímulos corporales y las percepciones que solo podían expulsarse en identificación proyectiva y síntomas psicosomáticos se elaboran, volviéndose pensamiento, aprendizaje a partir de la experiencia. Conclusiones: Con el analista se C viven angustias corporales, asumiendo lo polimorfo perverso y la genitalidad, lo esquizoparanoide y lo depresivo, madura el superyó arcaico destructor del yo. Pide actitud maternal y paternal para aprender a habitar su propio cuerpo, necesita desarrollar su capacidad de jugar y simbolizar. Y el analista le ofrece reverie y actitud analítica, sin perder de vista el tercero analítico intersubjetivo entre las presiones contratransferenciales.

Palabras clave:
Proceso psicoanalítico, reverie, sueños, pesadillas, terror nocturno, verdad

Psicoanálisis es una búsqueda de verdades. El analista y el analizando aspiran a encontrar algo que se sienta emocionalmente verdadero en la sesión, y pueda utilizarse para trabajar mentalmente. Se trata de estructuras del pensamiento que el psicoanalista infiere a partir del soñar inconsciente, preconsciente y consciente, en relación con ideas, sentimientos y conductas. Entonces las conjeturas del analista adquieren un carácter real en la interpretación a través de la respuesta del paciente. Ideas que Thomas H Ogden (2003b, 2004a; 2006b; 2007) afirma que basó en la O de Bion, las “formas ideales” de Platón, la “cosa en sí” de Kant y el “registro de lo real” de Lacan.
Hay verdades universales, como la melancolía y la angustia, lo polimorfo perverso y lo genital, lo esquizoparanoide y lo depresivo, se trata de pensamientos independientes del pensador que no se crean, se descubre la perspectiva personal de cada cual con relación a ellos. Idea que Bion ilustró con su famoso ejemplo de que el psicoanálisis ya existía antes de Freud, es solo que eran pensamientos silvestres en busca de un pensador para pensarlos, se trataba de verdades esperando ser descubiertas. Planteamiento que Ogden además señala en la obra de Borges (1923; 1970), donde afirma que las verdades esenciales del ser humano son pocas, lo que cambia es la metáfora con que se describen.
La experiencia emocional es verdad (Ferro, 2011; Fisher, 2011; Levine, 2011). La seguridad es un estado de ánimo, una respuesta que se siente real. Algo que va más allá de la metáfora psicoanalítica que explica la mentalidad de la persona mediante la metapsicología, la teoría y la interpretación, y que necesita ponerse a prueba.
El hallazgo no es solo darle forma manifiesta a lo que estaba latente, pues este conocimiento se altera al descubrirlo al ponerle las vestiduras humanas de la simbolización. En la naturaleza los objetos simplemente son hasta que se les asigna un nombre, una forma, junto con una serie de propiedades que los ubica en el sistema simbólico. Y en la situación analítica el efecto terapéutico de la interpretación depende, precisamente, de que el descubrimiento se sienta verdadero y de las trasformaciones que genera nombrarlo. Cuando la interpretación contiene verdad para el paciente, le da forma verbal a la experiencia. Verdad que antes había sido amorfa, innominada, inconsciente, pero que crea la potencialidad para un descubrimiento conjunto en el setting psicoanalítico. De modo que no es dable preguntarse de quien es la verdad: es del analista y del analizando y del proceso, del tercero analítico intersubjetivo.
A continuación, no quiero hacer una nueva exégesis de los pensamientos de Ogden (1997) acerca del soñar, pensamientos que se basan en su interpretación de Bion. Lo que quiero con estas páginas es utilizar estas nociones en la práctica, en el caso de la señorita C, quien soñó dormida y despierta, en la trasferencia, simbolizaba percepciones corporales e impulsos que la angustiaban, por sus implicaciones sexuales, pregenitales.
A veces es difícil decir quién reacciona primero al sueño en el setting analítico, pero siempre es mejor darle al paciente la oportunidad de asociar libremente. Sin embargo, esta conducta también puede transformarse en un ritual: el analizando le ofrece el sueño al analista, quien lo ingiere, lo digiere y luego regurgita una interpretación chata que gratifica el narcisismo del paciente. Sin asociaciones las interpretaciones de los sueños son superficiales. Solo tocan el contenido manifiesto, y el análisis se vuelve vacío, puesto que el analista en esas circunstancias solo puede ofrecer sus propias asociaciones. Los sueños se interpretan en el contexto trasferencial, buscando el contenido latente de la manera más aséptica posible, sin ser intrusivo, sin interpretaciones precoces. Pero si el paciente no asocia, surge el problema de la resistencia, situación que también obedece a contenidos inconscientes del tercero analítico intersubjetivo.
Hay que tocar el inconsciente del paciente, no solo el del analista. La sensación de vida en el proceso es el movimiento germinativo entre sueños, reverie, interpretación y experiencias del tercero analítico intersubjetivo (Ogden, 1997). En virtud de la atemporalidad del inconsciente, y de las asociaciones de los sueños, si el analista se esfuerza por seguir este orden con demasiado rigor puede perderse de sutilezas que ya sucedieron en la sala de espera al llegar ese día a la sesión, al saludar, en un gesto o en una reacción al ver al analista.
El sueño se mueve en la esfera psicosomática. Aumenta la espontaneidad y la creatividad del diálogo analítico, si se toma como parte del tercero onírico intersubjetivo, pues da libertad inconsciente para el reverie. Además, no siempre hay que entender el sueño, al menos por un rato, después de todo es una experiencia que de por sí se opone a la narración en palabras, por eso se necesita la relación transferencia contratrasferencia, cuya dialéctica origina la estructura simbólica tridimensional que Ogden llamó tercero analítico intersubjetivo. El vehículo del sueño en el proceso analítico es la dinámica de las subjetividades del analista y el analizando que trabajan juntos y simbolizan elaborando las relaciones entre los objetos internos del analizando en la asimetría del setting analítico (Ogden, 1997).
Y para ello se necesita de la privacidad que ofrece la técnica analítica. Crea y mantiene la comunicación consciente inconsciente entre analista y analizando, promoviendo el proceso. Ogden (1997; 1998) razona que la tensión dialéctica entre esas subjetividades crea el tercero analítico intersubjetivo en virtud de la naturaleza asimétrica de la relación, porque el analista utiliza la técnica con la finalidad de que el paciente viva una vida más satisfactoria. Entonces el proceso analítico es el reverie que surge entre analista y analizando de donde emerge un tercer sujeto virtual que también incluye un espacio onírico intersubjetivo. Lo que se sueña durante el proceso forma parte de él. Y en la medida en que se configura el tercero analítico intersubjetivo es más inexacto decir, “este sueño es del paciente”, pues surge del espacio onírico analítico, y un sueño soñado durante el proceso no es del paciente ni del analista, es de ambos, del proceso. Más aún, el sueño del analista también tiene relación con el tercero analítico intersubjetivo, en especial si lo recuerda durante la sesión. Tiene que ver con la historia del dúo analítico, nace en medio de esa interacción, y tal como Freud lo advirtió, durante el análisis no hay otra experiencia emocional más preponderante. Entonces coexisten varios sujetos analíticos, así parezca muy personal el sueño existen varios soñantes, y todos en tensión dialéctica, pues cada uno contribuye a la construcción del setting.
Cuando el paciente empieza a analizarse pierde la mente que traía para construir una propia. El espacio vital que ocupaba, a donde pensaba, sentía, soñaba y habitaba su cuerpo ya no es del todo suyo. Desde el principio del proceso su espacio psicológico personal converge con el espacio analítico hasta hacerse indiferenciables. Y este nuevo lugar para vivir no está restringido al consultorio, es una creación conjunta, simbólica, consciente e inconsciente, que está en la mente y el cuerpo del analista y del analizando. De modo que el sueño del paciente y del analista siempre está en tensión, se construye conjuntamente. Al ser una creación solidaria, las asociaciones del analista son tan importantes como las del paciente, un proceso que va dándose por el camino (Ogden, 1997).
Por otra parte, no poder soñar es diferente de no recordar los sueños (Ogden, 2003a). Según Bion, la elaboración onírica construye la mente, no lo contrario, quien no puede soñar no diferencia consciente de inconsciente, dormir de despertar ni soñar de percibir. Cada analizando, de manera inconsciente y ambivalente busca ayuda para soñar terrores nocturnos -es decir, sueños que no ha soñado, por no poder soñarlos-, junto con sus pesadillas, o sueños interrumpidos cuando el dolor de la experiencia emocional onírica excede la capacidad de soñar. De manera que los sueños que no pueden soñarse son manifestaciones de aspectos negados y psicóticos de la personalidad, mientras que los interrumpidos son elementos neuróticos y otras configuraciones no psicóticas.
Mucho se ha escrito sobre el significado de los sueños, pero muy poco sobre qué implica soñar, o no soñar. La función alfa es el conjunto de operaciones mentales que ante impresiones sensoriales crudas, elementos beta, se transforma en relación con la experiencia dando lugar a los elementos alfa que se almacenan como memorias inconscientes, de una manera que los hace accesibles para enlazarlos como aspectos inconscientes, preconscientes y conscientes en trabajos mentales como soñar y pensar, pero también al reprimir, recordar y olvidar, sin dejar de lado elaborar el duelo, el reverie y el aprendizaje a partir de la experiencia. Sucede que los elementos beta no pueden relacionarse creando significados, solo se evacuan o se almacenan. Así que soñar es un continuo que se da de noche y de día, como en el caso del reverie del analista y el analizando durante la sesión analítica, lo cual implica hacer nexos emocionales generado dream thoughts[2].
Pero si, por el contrario, la persona no logra trasformar la información sensorial cruda en elementos inconscientes que pueda utilizar y conectar, es incapaz de soñar. En su lugar, al no tener función alfa, solo registra información sensorial ininteligible, elementos beta indiferenciables al dormir y al despertar, un estado psicótico, pues para esa persona despertar y soñar es lo mismo, y lo que soñaría se trasforma en alucinación, que es precisamente lo opuesto de soñar y pensar.
Pero no todos los eventos al dormir son sueños. Los hay sin asociaciones, al igual que alucinaciones al dormir, como en el caso de los sueños reiterativos de la neurosis traumática, sueños sin imágenes con emociones intensas y acción muscular que carecen de elaboración onírica y crecimiento psicológico. El sueño supone trabajo inconsciente al vincular elementos de la experiencia, creando el dream thoughts, en contraposición a la evacuación en la alucinación con identificación proyectiva masiva, defensa maníaca y delirio paranoide. Cuando alguien es incapaz de aprender a partir de la experiencia está atrapado en un infierno estático y concreto de lo que es. Soñar es lo que permite dormir y despertar, no al contrario, además crea lo consciente y lo inconsciente, y los mantiene diferenciados. Los sueños construyen mucho más que la narrativa al expresar contenidos manifiestos y latentes, pues almacenan elementos de la experiencia, o elementos alfa. Soñar es lo que hace posible dormir y despertar.
Por otra parte, el reverie es la condición para la reintroyección y la trasformación del sueño. De modo que el criterio de desarrollo es si una actividad promueve o interfiere el crecimiento mental. El paciente no solo se relaciona con el contenido de la interpretación, también con la mente del analista, así como con su manera de funcionar, lo cual le da la oportunidad de entender y estar en contacto con su realidad psíquica, su verdad personal (Pistiner de Cortiñas, 2011). El ensoñar despierto y atento del analista durante la sesión aporta al paciente herramientas para su crecimiento mental y desarrollo emocional. Partiendo del modelo contenido-continente-reverie, el dream work alfa[3] del analista lleva a que al combinar el soñar con el preconcepto, se construye una ubicación en el tiempo y el espacio.
El analista, mediante la técnica, genera las condiciones con el analizando para soñar los sueños que no había podido soñar, y su participación activa toma la forma de reverie. Mientras se hace esta alianza para la elaboración onírica en el setting, el analista llega a conocer suficientemente al analizando como para poder decirle algo verdadero acerca de lo que sucede a nivel inconsciente. El uso del lenguaje del analista contribuye a la posibilidad de que el paciente pueda utilizar lo que le dice para beneficio de su propia experiencia, y llegar a existir en la medida en que sueña de una manera más plena (Ogden, 2004b).
En suma, la capacidad de hacer síntesis es inherente al ser humano. Es la actividad mental que lleva a pensar cuando las emociones no son tóxicas, claro está, mientras la elaboración onírica, junto con la función alfa, es el continuo que las metaboliza. Al soñar la realidad se digiere, la mente registra y asimila experiencias, crea y organiza el influjo de la barrera de contacto entre consciente e inconsciente. Pero soñar es una forma del pensamiento que no solo sucede al dormir, también se da al despertar, es una actividad mental que trasforma la masa incoherente de estímulos sensoriales en ideogramas que registran el presente y el futuro, y pueden articularse o desarticularse, sintetizando estímulos que fueron ininteligibles.
Tolerar las experiencias requiere funciones mentales, es decir función alfa, junto con el aparato para pensar pensamientos y soñar sueños. Se trata de metabolizar, procesar y organizar impresiones sensoriales que nacen del cuerpo transformándolas en insumos para pensar, y luego se organizan en componentes narrativos y secuencias que constituyen la actividad mental, o sea los sueños al dormir, las fantasías, el reverie, y demás, sin olvidar la separación entre consciente e inconsciente (Pistiner de Cortiñas, 2011).
Así que la señorita C soñaba despierta sus pesadillas. Sueños que quedaron truncados por la culpa y la angustia que le causaron, eran elementos neuróticos. Pero también simbolizaba aspectos que antes no había podido soñar, se trataba sensaciones somáticas crudas, aspectos psicóticos, lo que Ferro (2011, p. 167) denominó elementos “balfa”, es decir elementos beta transformándose en alfa en el setting analítico, donde los estímulos sensoriales no pensados se volvían trasferencia, y luego protopensamiento. Al encargarme de la trasferencia, como continente atento y receptivo que introyecta y experimenta las proyecciones hasta llegar a formular una interpretación, las labores inconclusas por la ruptura del reverie se transformaron, y la señorita C simbolizó experiencias infantiles que fueron imposiciones abrumadoras en alguna época. En ella la función del reverie había sido usurpada por el superyó primitivo, pero ahora empezaba a simbolizar, trayendo nuevos elementos autobiográficos al setting analítico. Descubría otras verdades personales, su nueva O, aprendía a partir de la experiencia analítica.
En cuanto a esa sensación contratransferencial de no poder alcanzarla, de que no lograba jugar bien con ella, en el sentido winnicottiano de la expresión, puedo argumentar que la señorita C no encontraba cómo soñar despierta, no asociaba tan libremente y su juego era rígido. Actividades que realizaba afuera del consultorio, aun cuando no hay que olvidar que el tercero analítico intersubjetivo es una estructura mental psicosomática, de modo que no solo está restringida al espacio tridimensional del setting analítico, se extiende a toda la vida del analista y el analizando. Pero luego de tomarse todo el tiempo que necesitó para talking as dreaming[4] (Ogden, 2007b) en el setting analítico, logramos ensoñar juntos en el tercero analítico intersubjetivo el movimiento de la relación. El proceso analítico estaba más vivo que nunca, para ser más exactos, era una brasa pues no recuerdo una época más personal ni más íntima entre nosotros. Había reverie compartido.
Es frecuente que los pacientes no puedan wake dream[5] con asociaciones libres y otras formas de comunicación. De modo que el talking as dreaming sirve como una manera preliminar de ensoñar en la relación analítica, lo cual permite empezar a soñar experiencias que antes no podían soñarse. En la superficie talking as dreaming no parece muy analítico, cualquiera diría que es una conversación insustancial. En el caso de la señorita C y yo, por ejemplo, mientras ella narraba detalladamente muchas situaciones con más valor estético que analítico, yo, por mi parte, le hablaba sobre la fisiología del ciclo menstrual y las diferentes alternativas de planificación familiar.
Resulta que cuando el paciente tiene poca capacidad de soñar, si el analista permite que la asociación libre fluya, si logra tolerar la angustia del furor sanandi, las cosas suelen salir analíticamente bien. Y es importante aclarar que esta clase de diálogo surge espontáneamente del tercero analítico intersubjetivo, no es una acción premeditada por parte del analista, tampoco es una estrategia ni un parámetro. Además, en todo caso, hay necesidad de hablar sobre ello con el paciente. Hay que interpretarlo. Talking as dreaming es una manera de pensar y relacionarse para que el analizando logre empezar a soñar sus propios sueños, sueños que antes eran experiencias impensables por no tener posibilidad de simbolización. Así se trasforman en experiencias emocionales que le ayudan al paciente a soñar que existe en el mundo y en su cuerpo, cuando antes era invisible.
Claro que si el analista está involucrado en el talking as dreaming debe ser consciente de la diferencia entre los papeles del analista y del paciente, y que la finalidad terapéutica del análisis predomina, entonces debe dársele al analizando la oportunidad de existir al soñarse a sí mismo, en lugar de que el analista lo sueñe (Ogden, 2007b). Así sea doloroso, como en el caso de la señorita C. Sentir la vida y la muerte en la relación trasferencia contratrasferencia es el indicador más confiable de la actualidad del proceso analítico (Ogden, 1997). El elemento esencial de la técnica psicoanalítica es que el analista utilice su experiencia contratransferencial para comprender los papeles expresivos y defensivos que surgen en el setting analítico, así como la función particular de esa experiencia en el trasfondo del paisaje que ofrecen las relaciones objetales del paciente.
Al fin y al cabo, como decía al principio del artículo, el psicoanálisis conlleva un esfuerzo del paciente y del analista para encontrar lo que es verdad en la experiencia emocional que comparten, de manera que el dúo analítico pueda utilizarlo para alcanzar cambios psicológicos. Así que lo que es verdadero en la experiencia emocional analítica es independiente de la formulación del analista, pues el psicoanalista no es un autor de verdades emocionales, más bien es un escribano de lo que sucede en el setting analítico.
En el acto de pensar y darle forma simbólica, verbal, a lo que el analista intuye que es verdad en esa experiencia emocional, la modifica, y esta comprensión subyace a la concepción psicoanalítica de la acción terapéutica. Interpretando, el analista simboliza lo que cree verdadero de la experiencia inconsciente con el paciente, y al hacerlo altera la verdad, pues contribuye a la creación de una nueva experiencia que permite continuar el trabajo analítico. El analista utiliza la experiencia con su reverie, de la que ambos son autores, o tal vez ninguno, en un esfuerzo por llegar a una verdad inconsciente del paciente (Ogden, 2003a; 2003b).
Por último, surge entonces la importancia del estilo analítico de cada analista, es decir el aporte de sus aspectos personales en la construcción del tercero analítico intersubjetivo, idea que de todas maneras parte de la base de que cada analista conoce la teoría y la técnica psicoanalítica (Ogden, 2004c; 2006a; 2007b; 2007c).

Último blog sobre Ogden: de la técnica psicoanalítica indispensable para que haya proceso; reflexiones sobre la docencia y la supervisión, así como acerca de la adquisición de la identidad analítica y la prosa psicoanalítica, la manera de construir conocimiento
Abstract
Objective: This clinical paper examines the case of Miss C, whom dreams in the transference that she is pregnant. Nightmares, and anxieties interrupted before they could be dreamt, becoming desires and terrors related to the body and pregenital sexuality emerged in the intersubjective analytic third as projective identification, physical symptoms and hypochondriacal anxieties that evolved into thought in the analytic process. Development: Psychoanalysis seeks truths. It goes after something that feels emotionally real within the session, and can be used to develop the capacity to think in the analytical setting. Analytic technique promotes asymmetrically the analytic third, where analyst and analyzand generate this symbolic structure, which includes an intersubjective dream space. Dreams occur sleeping and awake, in the analyst and the patient, and are part of this virtual symbolic space created dialectically by their subjectivities. Bodily stimuli and perceptions that could only be expelled as projective identification and psychosomatic symptoms evolve, becoming thought, learning from experience. Conclusions: Miss C lives bodily perceptions and anxieties, assuming the polymorphous perverse and geniality, as well as the schizoid and depressive, while the archaic ego destructing superego matures. She demanded maternal and paternal object relationships, while her own perceptions of her own body evolved, and developed her ability to play and symbolize. The analyst offered reverie and analytical attitude, without losing sight of the intersubjective analytic third between countertransference pressures.

Key words
Psychoanalytic process, reverie, dreams, nightmares, night terror, truth


[1]Lo que es verdad se descubre en lugar de crearse, pero, aun así, al hacer un descubrimiento, se altera el hallazgo y, en este sentido, se crea algo nuevo.
[2] Pensamientos oníricos, podría ser la traducción de esta expresión bioniana.
[3] Es decir, trabajo onírico alfa.
[4] El sentido de la traducción de esta expresión podría ser, ‘hablar libre y espontáneamente, como soñando’.
[5] Una expresión bioniana que se refiere a la capacidad de ensoñar.

2 comentarios:

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