Este blog surge del ensayo que llamé, Neuropsicoanálisis, y que apareció publicado recientemente en la Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, http://www.socolpsi.org/revista.html, su bibliografía exacta es:
Barrios S (2015). Neuropsicoanálisis. Rev Soc Col Psi 40: 215-421.
‘Neuropsicoanálisis’ fue un término acuñado por el psicoanalista y neuropsicólogo sudafricano, Mark Solms. Desde 1999 se publica la revista semestral titulada, Neuropsychoanalysis, an interdisciplinary journal for psychoanalysis and the neurosciences, órgano de difusión de la International Neuropsychoanalysis Society, creada en el año 2000. Organización que realiza congresos mundiales, anuales, promoviendo la investigación en este campo, sociedad científica que hoy cuenta con miembros en todo el mundo, con la finalidad de investigar la unión mente cuerpo.
Nada es solo lo que parece ser, la mente tiene bases biológicas. Así como hay neurobiología de la honestidad, la fe y la generosidad, de la xenofobia, la codicia y el racismo, de la satisfacción laboral, el alcoholismo y la disciplina, también la hay del aprendizaje a partir de la experiencia, el desarrollo psicosexual y el cambio psíquico, sin dejar de lado el efecto terapéutico del psicoanálisis. Existen relaciones recíprocas entre la mente y el cerebro, y en este sentido la mente sí afecta la materia, mientras el cerebro interviene en todo comportamiento. El estudio sistemático de la unidad mente cuerpo es un campo legítimo y pujante de investigación que enriquece y aumenta el poder predictivo tanto del psicoanálisis como de la neurobiología, construyendo un idioma que abre puertas al dialogo interdisciplinario.
Resulta que el cerebro, al igual que el resto del cuerpo, opera como un sistema cuya función es más que la suma de sus componentes. La mente es al sistema nervioso como la defensa es al sistema inmunológico. Para seguir con esta analogía, la primera línea de defensa es la piel y las mucosas. Y el sistema inmunológico está conformado por los glóbulos blancos, una gran familia de células que se ajustan a las necesidades momentáneas del individuo: unas aprenden a partir de la experiencia microbiológica, las exposiciones previas a los gérmenes al infectarse o al vacunarse; otras se encargan de identificar al agresor, sea bacteria, hongo o virus, así como las células del propio cuerpo que envejecieron y las anormales, como en el caso de las tumorales; y algunas células más se encargan de eliminar al agresor mediante varias estrategias. Del mismo modo, las células nerviosas, o neuronas, se distribuyen por todo el cuerpo y se especializan en diferentes actividades, y al conectarse unas con otras conforman redes que realizan funciones como la percepción, la consciencia y la memoria. Construyen representaciones del mundo y regulan el funcionamiento del organismo, permitiéndole encarar los desafíos que el medio ambiente plantea para ocupar con éxito el nicho y trasportar el ADN al lugar a donde sea más probable procrear, este es el efecto de la selección natural.
Los mamíferos sucumben a los instintos al someterse a ellos, no los entienden. Así, los rasgos adaptativos, los que aumentan el potencial reproductivo, pasan a la siguiente generación. De manera que el cerebro y los órganos de los sentidos no están diseñados para conocer la verdad, tan solo para solucionar problemas prácticos.
Un taza de café, por ejemplo, no está ubicada en un lugar particular del cerebro. Es una representación resultante de la interacción de regiones cerebrales especializada en los aspectos que dan lugar a la experiencia de tomar café, forman una red neuronal. Algunas células se especializan en percibir el color, otras en las líneas horizontales, en las verticales, las oblicuas y las curvas de la taza, algunas más se encargan de la temperatura, de la sensación líquida y de los diferentes matices que generan los ésteres solubles y los volátiles que dan lugar al sabor y al aroma del café. Aunados a la experiencia emocional de tomárselo, por los recuerdos que conlleva, porque no es lo mismo hacerlo en la mañana, en piyama, en la casa, luego de una buena noche de sueño, que en la mitad del día, de pie, corriendo en el trabajo. Así que un café es la activación de un conjunto de células nerviosas. Pero ahí no para todo. Esa red neuronal se modifica, se enriquece y se renueva, a esto se llama neuroplasticidad, de modo que la taza de café es conocida y desconocida al mismo tiempo.
Así todas las experiencias, sin excepción, desde el nacimiento hasta la muerte, están construidas en redes neuronales. En la mente no hay nada insustancial. Es más, para muchos la muerte cerebral, es la muerte de la persona. El límite de la mente es la vida. El significado de cada experiencia depende del observador. Unas son más complejas y determinantes que otras, como en el caso de las primeras relaciones del bebé, que son emocionales y corporales, sin palabras, y perduran durante toda la vida, son la base sobre la cual se estructura la mente que llegará a ser.
Es imposible estudiar un tema sin un enfoque reduccionista, como decir, un rayo es una descarga eléctrica. Y el proceso psicoanalítico también es una experiencia, como lo es el desarrollo psicosexual y el aprendizaje a partir de la experiencia, entonces no hay por qué suponer que haya algo inmaterial en él, tiene bases biológicas como cualquier otra experiencia. El análisis también es una representación en redes neuronales del paciente y del analista. Es la activación de incontables relaciones objetales que se viven en la actualidad de la sesión, y se modifican en las vicisitudes de esas dos personas que protagonizan el encuentro analítico.
El objeto de estudio del psicoanálisis es el hombre. No hay dos pacientes iguales, como no hay dos analistas iguales, o mejor, no hay dos personas iguales, y aun así, es posible el efecto terapéutico del análisis y la investigación científica sobre la mente. Hay evidencia estadística de alta calidad que correlaciona el proceso psicoanalítico con beneficio para el paciente. Es decir, la actitud analítica es terapéutica al trabajar sobre la relación trasferencia contratrasferencia mediante neutralidad y abstinencia e interpretación.
Mientras que, por el otro lado, la neurobiología no accede a la profundidad de la condición humana, esto es pedirle peras al olmo. Sus supuestos son elocuentes científicamente, pero carecen de contenido existencial. Aun cuando sus planteamientos son confiables y reproducibles, no aluden a la mentalidad del individuo. Es una temeridad utilizar la neurobiología para hacer inferencias sobre el contenido mental de alguien en particular en un momento dado.
Estudiar neuropsicoanálisis es fértil. El psicoanálisis y la neurobiología son lenguajes diferentes que se refieren al mismo fenómeno, la distancia entre ellos es una ilusión óptica producida por la narrativa empleada. Al referirse a la relación mente cuerpo como un objeto externo se habla de neurobiología, y cuando se mira como la subjetividad de la persona, se trata de psicoanálisis. Es artificial la división mente cuerpo. Distinción semántica que solo depende del fraseo con que se describen los eventos mentales y los neurobiológicos, son dos caras de una misma moneda. Todo depende de las necesidades del hablante. El lenguaje neurobiológico no equivale al psicoanalítico, pero sí son complementarios, y juntos abren puertas a nuevas líneas de investigación, como el inconsciente, la causalidad psíquica y la psicopatología, las experiencias tempranas y la predisposición a enfermedades, el preconsciente y el inconsciente y la corteza prefrontal, construcción de la identidad, la psicoterapia y los cambios en el cerebro, psicofarmacología y psicoanálisis, el síndrome del sobreviviente al trauma.
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